El miércoles pasado, 10 de mayo, celebrábamos la fiesta de san Juan de Ávila, patrono del clero secular español.
Él es para todos un modelo auténtico de sacerdote según el corazón de Cristo.
Dos son los aspectos más relevantes de su vida, que llaman especialmente la atención cuando nos acercamos a ella. El primero es que Juan de Ávila fue un gran testigo del amor de Dios, testigo de forma especial del amor que Cristo le ha demostrado desde la cruz.
Lo que Juan de Ávila percibe y siente dentro de su corazón, cuando contempla la pasión y muerte de Cristo en la cruz, es que Cristo le ha amado profundamente.
Este amor de Cristo en la cruz, lo ha experimentado él, de manera especial, en los momentos más difíciles y dolorosos de su vida.
Al experimentar el dolor y la dificultad de la cruz en la tarea evangelizadora, en esos momentos es cuando mejor ha comprendido lo mucho que Cristo le ha querido, lo profundamente que le amado para entregar su vida por él en la cruz.
Toda su vida va a ser un auténtico canto al amor de Dios por los hombres. Si Cristo ha sido capaz de entregar su vida por él en la cruz, es porque le ha amado hasta el extremo y él se siente impelido y obligado a comunicárselo a los hermanos, a ser testigo ante ellos del amor que Dios les tiene.
Otro aspecto, por el que destaca de manera extraordinaria san Juan de Ávila es por su celo apostólico, celo que le llevó a adoptar una vida eminentemente evangélica y apostólica, siguiendo las huellas de Cristo y de los Apóstoles, que dedicaron toda su vida a Cristo, a cumplir la voluntad del Padre y los Apóstoles al cumplimiento del encargo misionero recibido de Cristo.
El estilo de vida de Juan de Ávila es el mismo de san Pablo. Ambos no vivieron para sí, sino para Cristo, y no buscaron sus propios intereses, sino los de Cristo.
El estilo de vida nuestro como cristianos y evangelizadores, dice el maestro de Ávila, debe ser el estilo de los consejos evangélicos concentrados y resumidos en las claves siguientes:
1. El enamoramiento de Jesucristo: evangelizar, no es otra cosa, dice Juan de Ávila que contagiar el amor que Dios le tiene y la relación de amor que se establece con Él.
2. Una segunda clave de este estilo de vida de los consejos evangélicos que debe vivir todo evangelizador es el enamoramiento de la gente.
Juan de Ávila, ama profundamente a los demás, en todo cuanto hace queda bien patente el amor a los demás, su vida y su tiempo son para los demás.
Su relación con los demás no es sino el reflejo del amor de Dios, que se ve especialmente llamado a demostrárselo a todos, y en especial a los más necesitados, como son los pobres, los huérfanos, los enfermos, los presos, los que están flaqueando en su fe.
3. Una tercera clave de este estilo evangélico debe ser que el evangelizador vive lo que dice y predica. En la Declaración de san juan de Ávila como doctor de la iglesia, el papa emérito Benedicto XVI precisaba que no solo había sido declarado como tal por su doctrina eminente, sino también porque su vida es digna de imitación, pues él vivió con ejemplaridad cuanto predicó con auténtica sabiduría del Espíritu Santo.
El gran secreto de su éxito evangelizador fue, precisamente, su gran coherencia. Sus palabras van siempre acompañadas por el amor que significan y por los compromisos evangélicos. Antes de ser proclamadas, son perfectamente vividas.
4. Y una última clave de este estilo evangélico del representante de Cristo es la clave de la fraternidad de los evangelizadores.
La misión evangelizadora, para él, solo se puede entender y llevar a cabo si se hace en comunión con cuantos hemos recibido de parte de Cristo la misión de llevar su mensaje salvador al corazón del mundo.
San Juan de Ávila lleva adelante su misión en plazas, pueblos, mercados, dedicándose a los pobres, enfermos y encarcelados, pero siempre en fraternidad con los demás evangelizadores.
Vivamos la fraternidad entre todos los seguidores, discípulos misioneros del Señor, para que nuestra palabra y nuestro testimonio sea realmente creíble. Feliz domingo para todos
+ Gerardo
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