Seréis mis testigos

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    Queridos amigos y hermanos diocesanos de Ciudad Real:

    Este es el lema de este año 2022 para la jornada del Domund.

    Un lema sugerente, misionero e identificativo de lo que sois los misioneros: hombres y mujeres que, dejando vuestra familia, vuestra patria y todo lo vuestro, habéis sido capaces de seguir la llamada del Señor a salir de vosotros mismos y de todo lo vuestro, para ser testigos del Señor y para cumplir la misión que ha dado a toda la Iglesia de ir por el mundo entero y predicar el evangelio (Mt 28, 19).

    El mundo, para ellos, no se termina en las fronteras de su patria, sino que, dejándose llevar por el Espíritu de Dios, han sido capaces de cruzar el charco, como coloquialmente se dice, para entregarse por entero a la evangelización de ese otro mundo, siendo testigos de Jesús y de su fe en Él y en su mensaje, lejos de la patria y familia, porque han hecho de su patria el mundo y, de su familia, las personas con las que comparten la fe y con su testimonio animan la fe de aquellas personas con las que comparten su vida.

    Tenemos que rezar mucho por todos los que lo están pasando mal por ser testigos de Cristo y su mensaje

    Los misioneros son esas personas a las que un día el Señor tocó su corazón y, llenos de generosidad, le dijeron : «Aquí estoy yo, mándame». Y ahí siguen, siendo ejemplo, testimonio y modelo para los que están con ellos, evangelizando con su palabra, pero sobre todo con la entrega de su vida a su servicio, siendo fieles a la llamada del Señor de llevar su mensaje, como decía san Juan Pablo II, al corazón del mundo, con su testimonio, cargados de ilusión y sabiendo que Jesús, que ha querido tener necesidad de ellos, les dará cuanto necesiten para que sean siempre buenos testigos suyos.

    Nosotros, los que estamos en nuestra tierra, en nuestra parroquia y en nuestro pequeño mundo, desde nuestra diócesis les felicitamos, los animamos y les decimos, porque es así, que les tenemos muy presentes en nuestra oración. Les deseamos que esa oración que hacemos por ellos, junto con nuestras limosnas, les den fuerzas para superar todas las dificultades que encuentren en su tarea evangelizadora.

    Todos estamos en un ambiente social en el que la Iglesia es mirada con lupa y atacada por predicar el evangelio de Jesús en medio de un mundo para quien Dios es el gran desconocido y olvidado; pero ellos, en aquellas tierras y con la entrega a aquellas gentes a las que quieren evangelizar, tienen muchas más dificultades y persecuciones.

    Con mucho dolor asistimos a la persecución que las autoridades civiles han hecho contra la Iglesia en Managua, asaltando la curia episcopal de Matagalpa y secuestrando de madrugada al obispo Rolando José Álvarez.

    Dejándose llevar por el Espíritu han sido capaces de cruzar el charco para entregarse por entero a la evangelización

    En nuestra España también la Iglesia es examinada con lupa, atacada de forma sutil y velada, y siempre poniendo dificultades con las leyes y con actitudes de sospecha hacia ella para que la acción evangelizadora llegue al hombre actual.

    Su ejemplo nos alienta y anima a ser nosotros verdaderos misioneros en medio de nuestro mundo. Como dice el papa Francisco hablando de la evangelización y de quien debe hacerla: «Todo bautizado, por el hecho de estar bautizado, es y debe ser un auténtico agente de evangelización».

    Todos debemos sentirnos en la misma barca de los apóstoles, que un día recibieron el encargo de Jesús: «Id por el mundo entero y predicad el evangelio», y cuando sentimos que la barca en la que estamos los creyentes en Cristo y seguidores suyos está siendo zarandeada por los vientos de una sociedad que ha prescindido de Dios y cada día son más lo que viven como si Dios no existiera, debemos sentirnos de verdad auténticos misioneros entre los nuestros, en nuestras familias, en nuestro trabajo, en nuestro pueblo y en nuestra parroquia. Porque a todo nos ha encomendado el Señor, «seréis mis testigos» donde quiera que estemos y con quien quiera que estemos viviendo nuestra vida.

    Tenemos que rezar mucho por todos los que lo están pasando mal por ser testigos de Cristo y su mensaje, para que por encima de las dificultades seamos capaces de mantener, la alegría misionera y el celo apostólico por hacer llegar el mensaje salvador de Cristo al hombre actual. Solo él puede dar respuesta a los interrogantes más profundos del hombre. Y ante su testimonio, ser nosotros, cada día, mejores seguidores de Jesús, tratando siempre de ser sus testigos entre nuestros familiares, nuestros amigos, vecinos y entre todos con los que tratamos.

    «Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra» (Hch 1, 8-9).

    Que el Señor nos dé a todos la fuerza que necesitamos para cumplir la misión que todos tenemos en común, porque es la misión de la Iglesia, la de ser testigos de nuestra fe y comunicar con nuestra vida y nuestra palabra el mensaje salvador de Cristo a todos, para que lo conozcan, y conociéndolo lo amen y lo sigan y Él los salve.

    Un saludo lleno de afecto para todos cuantos luchan por extender el evangelio fuera de su patria, en tierra de misión, y para todos cuantos, en nuestros ambientes, que hoy son también tierra de misión, desde nuestras propias familias, hasta los desconocidos que nos encontramos en nuestro caminar por la vida, que logremos ser verdaderos testigos porque, como decía san Juan Pablo II, «el único evangelio que muchos de los hombres y mujeres de nuestro tiempo van a leer es el testimonio que demos los cristianos».

    + Gerardo

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