
En el marco del Jubileo de este año 2025, como Jubileo de la Esperanza, celebramos el día del Seminario con el lema
Sembradores de esperanza.
El papa Francisco, en el decreto de apertura del año 2025 como año jubilar de la esperanza, hace una llamada a la necesidad que tiene el mundo y la Iglesia de renovar la esperanza en medio de una situación en la que la esperanza es algo necesario renovar porque falta, tanto en el mundo, como en la Iglesia.
Nuestro mundo es un mundo sin esperanza en muchos campos y en muchos aspectos. Los problemas que acucian la vida de las personas, de las familias, de los jóvenes, de los ancianos, por la falta de trabajo, las rupturas familiares, la falta de perspectiva futura en los jóvenes y la soledad de tantas personas ancianas y enfermos, es una realidad que nos hace sentir como algo muy necesario en todos el ser creadores de esperanza y saber reavivar la esperanza propia y la de los demás que forman esta sociedad. La esperanza es algo que necesitamos todos para vivir la vida con alegría y plenitud.
Los sacerdotes son llamados al sacerdocio para sembrar esa esperanza desde la palabra de Dios y el mensaje salvador de Cristo
Los sacerdotes no están libres ni son ajenos tampoco a esta falta de esperanza en su vida y en su trabajo pastoral debido al gran esfuerzo que supone hoy lograr hacer presente a Cristo, su mensaje y la fe en Él en la vida de los todos los colectivos de personas. Esto hace que el esfuerzo tenga que ser también mayor hoy, reavivar nuestra propia esperanza y al mismo tiempo en ser sembradores de esperanza en sus fieles.
Las personas, los jóvenes, las familias, los ancianos y todos los colectivos que forman nuestra sociedad actual necesitan de los sacerdotes. Ellos son los que de manera plena tienen encomendada la tarea y misión de ser sembradores de esperanza allí donde falte o se haya quedado sin mucha vida.
Cristo y su mensaje no se han alejado de esta sociedad ni de los problemas de las personas, sino que está presente interesándose por lo bueno y lo menos bueno que aparece en la vida de cada persona y los sacerdotes son los que, en medio de un mundo desesperanzado, deben llevar el mensaje salvador de Cristo al corazón del mundo para que todos se sientan llamados por él y cuenten con su ayuda para seguir adelante con esperanza y alegría. Porque la esperanza en el Señor nunca defrauda y, cuando nos parece que todas las puertas se nos cierran, la ventana de Dios permanece abierta para curar nuestras heridas y necesidades, para que desde la fe en Cristo las vivamos de otra manera mucho mas entusiasta y alegre, sabiendo que, a donde no llegamos nosotros, Dios hace renacer esa esperanza.
Cristo y su mensaje no se han alejado de esta sociedad ni de los problemas de las personas
Los sacerdotes son llamados al sacerdocio para sembrar esa esperanza desde la palabra de Dios y el mensaje salvador de Cristo, con una dedicación plena, renunciando a todos sus derechos e intereses personales y dedicando su vida a sembrar en el corazón de los hombres y mujeres de hoy la presencia de Cristo y su mensaje, como la auténtica persona y el auténtico mensaje que, en medio de todos los problemas que tenga nuestro mundo, todos podamos descubrir. Dios no se ha ausentado de nuestro mundo, ni nos ha desentendido, sino que sigue llamando a construir entre todos los que creemos en Él un mundo mejor, un mundo más humano, un mundo más solidario con los problemas de los demás. Llama a construir un mundo donde todos y cada uno de los que lo formamos seamos capaces de descubrir que Dios sigue llamando a la puerta de cada corazón, para que se abran a su persona y a su mensaje para cambiar tantas cosas como tenemos que cambiar.
Valoremos la acción y misión de los sacerdotes y recemos, cumpliendo el mandato de Cristo, rogando «al dueño de la mies que envíe obreros a su mies”, para que siga habiendo personas que sientan la llamada de Dios a sembrar la esperanza en mundo, sacerdotes que quieran empeñar su vida entera en ser sembradores de esperanza en medio de un mundo que la necesita.
+ Gerardo
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