
La celebración de la Jornada del Domund, que es fundamentalmente una jornada de oración por la causa misionera, y por todos los misioneros que desde su corazón generoso le han dicho al Señor la frase que constituye el lema del Domund de este año: Aquí estoy, enviame.
La Jornada del Domund nos recuerda todos los años a los cristianos la implicación que debemos tener todos nosotros en la misión de la Iglesia, que no es otra que aquella que Cristo confiere a los apóstoles al decirles: «Id por el mundo entero y predicad el evangelio» (Mt 28, 19).
Esto es lo que hacen los misioneros en tierra de misión: responder a este envío del Señor; y, dejando familia, casa, patria y todo lo que compone su vida a nivel humano, decantarse por un único y más importante objetivo para toda su vida: seguir a Cristo en una total entrega, desprendimiento y disponibilidad, desde una entrega total y absoluta a los más pobres y necesitados.
En estos momentos de pandemia, la Iglesia se sitúa en primera línea en la lucha contra la COVID-19 en los países de misión, donde reina la pobreza y la necesidad. Si en situaciones normales los países de misión encuentran dificultades para que les llegue el mensaje salvador de Cristo, en este tiempo especial de pandemia mucho más.
Esta realidad hace que la pregunta que Dios dirige a Isaías en el capítulo 6, versículos 7 al 8, defina el lema de la Jornada del Domund de este año: ¿A quién enviaré? Una pregunta de parte de Dios que pide una respuesta. Es la respuesta generosa y convencida de Isaías que le responde con las palabras que constituyen el lema del Domund de este año: Aquí estoy, envíame.
Esta es la respuesta que debemos dar todos los cristianos: «Aquí estoy, envíame». Porque no solo la tienen que dar los misioneros y los que están dispuestos a ir a tierras de misión. No tenemos que olvidar a santa Teresita de Lisieux, que no fue nunca a tierras de misión y, sin embargo, es la patrona de las misiones. Nosotros estamos respondiendo también a esa pregunta del Señor con nuestra respuesta personal a través de nuestra oración, de nuestra reflexión y de nuestra ayuda solidaria con nuestras limosnas materiales para esta causa y este fin.
Todos podemos decirle al Señor: Aquí estoy, envíame; rezando por las misiones y los misioneros y poniendo al servicio de las misiones esos medios que todos tenemos y podemos ofrecer por las misiones.
La jornada del Domund es siempre una jornada de compromiso con las misiones y con los misioneros que, dejándolo todo: casa, padres, familia, patria, etc., han ido a esas tierras de misión a anunciar el mensaje salvador de Cristo.
En estos momentos de pandemia, la Iglesia se sitúa en primera línea en la lucha contra la COVID-19 en los países de misión, donde reina la pobreza y la necesidad
Para que ellos lleven adelante la misión que tienen encomendada y los proyectos que ella requiere, ofrecemos la oración, nuestra aportación económica y todo cuanto hacemos para mentalizarnos nosotros y ayudar a otros a que se mentalicen de la necesidad de ayuda a quienes lo están entregando todo en favor de los más pobres y necesitados, para que el mensaje Salvador de Cristo llegue a todos los hombres, como el mismo Cristo encomendó a la Iglesia entera, a todos y cada uno de los que la componemos.
Son muchas las personas que, a través de los siglos, han escuchado la llamada del Señor y, dejándolo todo, lo han seguido y han estado dispuestos a hacerlo. También en nuestra diócesis sigue habiendo personas que responden con generosidad y entrega a la llamada del Señor y están dispuestos a abandonar toda su vida cómoda y segura para ir a tierras de misión a dar a conocer a Cristo y su mensaje a todos.
Para que ellos lleven adelante la misión que tienen encomendada y los proyectos que ella requiere,
ofrecemos la oración, nuestra aportación económica
Este año, un sacerdote diocesano, don Ángel Almansa Rodríguez, que ya había sido misionero durante trece años y ha trabajado pastoralmente en nuestra diócesis, a la que pertenece antes y después de este periodo de misionero, está dispuesto a volver de nuevo a tierra de misión para anunciar allí el evangelio entre los más pobres.
Tanto él como los demás necesitan de nuestra oración, de nuestro apoyo económico y de todo cuanto podamos hacer por ellos para que puedan sacar adelante los proyectos misioneros que crean necesarios poner en marcha, en favor de aquella gente empobrecida y necesitada.
Sintámonos, pues, llamados y comprometidos todos a colaborar con nuestra oración y nuestros medios materiales, nuestras limosnas, para que siga siendo una realidad que el mensaje salvador de Cristo llegue a todos los hombres y mujeres del mundo entero.
+ Gerardo
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