El debate social sobre la eutanasia y el suicidio asistido

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    Queridos diocesanos:

    Comienzo con este número de Con Vosotros la exposición del documento de la Subcomisión de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española aprobado en el último pleno de noviembre de 2019.

    1. Lo que subyace en el debate social sobre la eutanasia y el suicidio asistido es que el debate actual sobre este tema no es una cuestión médica, sino ideológica; con una profunda raíz antropológica, es decir una determinada concepción del ser humano y sus implicaciones familiares y sociales, un concepto de libertad concebida como libertad absoluta y el modo de encajarlo en el recorrido vital de las personas.

    2. Las campañas para promover opiniones favorables a la eutanasia y al suicidio asistido suelen promover los siguientes aspectos:
    • Lo que se presenta es un «caso límite». Es especialmente llamativo que interpele la sensibilidad colectiva porque se sabe que, si se admite este caso, desaparecen las razones profundas para rechazar otros parecidos, caminando siempre hacia una pendiente cada vez más permisiva.
    • Esto se complementa con los eufemismos utilizados. En vez de hablar de quitar la vida al enfermo o de provocar su muerte se hablará de «muerte digna», de «autonomía» y «liberación».
    • Se presenta a los defensores de la vida como retrógrados, intransigentes, contrarios a la libertad y al progreso.
    • Como parte de la estrategia está presentar la cuestión de la eutanasia como una cuestión religiosa.
    • Se presenta la eutanasia como una demanda urgente de la población y de los propios tiempos.
    3. Estas campañas a favor de la eutanasia y el suicidio asistido presentan la demanda fundamentada en cuatro tipos de argumentación:

    a. El sufrimiento insoportable:

    Este es un argumento basado en el dolor del enfermo, pero la solución al dolor del enfermo no está en la eutanasia, sino en el acompañamiento de la familia y en la obligación que tienen los médicos y personal sanitario de aliviar el sufrimiento y quitar el dolor. Esto realmente es lo que ayuda al enfermo a resituarse ante la aparición de la enfermedad, especialmente si es grave.

    b. La compasión:

    Se justifica la eutanasia para que el enfermo no sufra, se dice. Y se añade que eso contribuye al bien de la sociedad porque así no se dilapidan unos recursos sanitarios limitados de la comunidad, que pueden ser dedicados a otros fines.

    Se dice igualmente que algunos enfermos, cuando llegan estas situaciones, se consideran una carga para los demás y no quieren seguir viviendo.

    Lo que subyace en el debate social sobre la eutanasia y el suicidio asistido es que el debate actual sobre este tema no es una cuestión médica, sino ideológica

    Se trata de la eutanasia por compasión. Para que no sufra, que deje de vivir. Esto en realidad es una contradicción: lo más humano no es provocar la muerte, sino acoger al enfermo, sostenerlo en esos momentos de dificultad, rodearlo de afecto y poner los medios necesarios para aliviar el sufrimiento y suprimir el dolor, no al paciente.

    c. La muerte digna:

    Un tercer argumento de los «proeutanasia» es el concepto «muerte digna», y lo que se está diciendo con esta expresión es que yo soy dueño de mi vida y muero cuando quiera. Aquí están implicados dos conceptos: el de la libertad y el de la vida y el modo de concebirla cuando aparece la enfermedad y el dolor.
    Desde esta perspectiva, la vida humana no vale por sí misma; para ellos la calidad de la vida vale más que la vida misma.

    d. El concepto de autonomía absoluta:

    Para quienes tienen una concepción de la autonomía personal como absoluta de cara a la libertad, la eutanasia sería un derecho de la autonomía personal llevado al extremo: «Yo soy dueño de mi vida y me moriré cuando y como yo lo determine».

    Se dice igualmente que algunos enfermos, cuando llegan estas
    situaciones, se consideran una carga para los demás

    Ciertamente el hombre goza de una libertad, pero su autonomía no es absoluta. En el ámbito de la medicina la autonomía tampoco es total. El enfermo, y más si encuentra en una situación terminal, no es autónomo. La enfermedad, las medicinas y otras circunstancias limitan la capacidad de decisión.

    Seguiré con el tema en los siguientes números.

    + Gerard Listado completo de Cartas