Jesús nos llama a ser últimos y servidores

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    El evangelio de este domingo nos pone de manifiesto lo poco que entendieron a Jesús y lo que Jesús quería comunicarles, aunque esto fuera muy importante.

    Iban por el camino y Jesús dedica el tiempo a instruir a sus discípulos, a prepararles para lo que se les va a venir encima, pero ellos van preocupados por otras cosas y como lo que les comunica es algo duro, ellos lo oyen pero no escuchan.

    Hasta tal punto la atención de sus discípulos está centrada en otros intereses, que cuando él les dice que se preparen, porque a Él lo iban a entregar en manos de los hombres, que lo matarán y al tercer día resucitará, ellos van discutiendo de quién va a ser más importante entre ellos. No se han enterado de lo que Jesús les está comunicando.

    Aquel mensaje les resulta especialmente duro por muchas razones. Por eso, prefieren meter la cabeza debajo del ala como el avestruz, para no enterarse de lo que Jesús les está comunicando.

    El mensaje de Jesús no es algo fácil de entender ni de vivir, tanto para los discípulos como para los hombres de nuestro tiempo.

    Su mensaje es un mensaje que va frontalmente contra la mentalidad reinante, la de ellos y la nuestra:
    Frente a un mundo que valora el egoísmo, Jesús habla de entrega, de generosidad, de tender la mano a quien nos necesite.

    Frente al mensaje de Jesús que habla de servicio; el mundo valora, no el servicio a los demás, sino el servirse de los demás para la comodidad o para progresar y trepar en la carrera de la vida.

    Frente a Cristo, que habla de ser los últimos, el mensaje del mundo nos está diciendo que hemos de tratar de ser los primeros, los números «uno», porque solo así uno puede tener el futuro asegurado.

    Frente a un mundo que, egoístamente, busca el ser servido y no servir, Cristo nos pone como enseña del cristiano el servicio y el amor a los demás.

    Jesús pide a sus discípulos que no busquen los primeros puestos, ni ser los primeros en este mundo, sino servidores de los demás, como él nos dejó como ejemplo y modelo cuando nos dijo: «Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros».

    Servir significa estar en una actitud de descubrir las necesidades de los otros para ponerme a su servicio.
    El servicio es una manifestación concreta del amor que nos distingue como seguidores de Jesús. Se trata de servir a los demás para hacerles más agradable y feliz su existencia, para que los demás, los que nos rodean, sientan que estamos pendientes de ellos para ayudarlos.

    El estar al servicio de los demás es saber renunciar a nuestro propia comodidad, a nuestro propio egoísmo, para entregarme a al hermano en las necesidades que descubramos que tiene.

    Desde la fe, seremos grandes si ante los demás nos consideramos pequeños, poca cosa; seremos primeros si sobresalimos por el servicio que prestamos a los que nos necesitan.

    Seamos buenos samaritanos de los demás y, en la medida en que nos pongamos a su servicio, seremos nosotros también más felices.

    + Gerardo Listado completo de Cartas