Comenzamos un nuevo curso

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    Queridos amigos y hermanos: recibid mi más cordial saludo después de los meses estivales.

    Pasaron las vacaciones y vuelve la vida normal, el trabajo de cada día con nuevas perspectivas, nuevos retos y nuevas esperanzas.

    La revisión que seguro hemos hecho todos de lo que había sido el curso anterior nos abre a nuevas tareas a las que responder con nuestro trabajo pastoral para llevar a cabo nuestra misión en nuestras parroquias y comunidades. 

    Seguro que a todos nos gustaría que nuestro trabajo fuera más fructífero que el del curso pasado en todos los sentidos. Nos gustaría que fuera un nuevo curso con una nueva frescura y un celo pastoral renovado por parte de todos los agentes, sabiendo que el fruto depende fundamentalmente del Señor, pero también depende de nuestro entusiasmo creyente y pastoral y del trabajo que pongamos todos y cada uno de los que componemos la comunidad eclesial. Porque, como dijo el papa Francisco: «Todos y cada uno de los cristianos, por el hecho de estar bautizados, somos y debemos ser auténticos agentes de evangelización».

    Esta carta del segundo número del Con Vosotros de septiembre quiere ser una llamada a comenzar este curso pastoral con esperanza renovada, dejando los cansancios existenciales y de identidad para sentirnos gozosos, cada uno, de ser lo que somos y de la misión que tenemos.

    Todos tenemos una misión importante que llevar adelante para que el Reino de Dios llegue a nosotros y a los demás

    Os invito y animo a todos a comenzar de nuevo un curso más y renovar en nosotros como agentes de evangelización la esperanza, el trabajo, el celo pastoral, la alegría y el convencimiento de la necesidad de nuestro ministerio y de nuestro trabajo pastoral, olvidando desánimos pasados o experiencias negativas en los frutos pastorales que, tal vez, hayamos tenido en cursos anteriores. Potenciemos en nosotros lo positivo, aquello de lo que estamos contentos, de cómo lo hemos vivido y de cómo ha fructificado nuestro esfuerzo, porque estamos convencidos de que lo nuestro es poner los medios que los demás nos reclaman y que, el fruto, es el Señor quien debe concedérnoslo.

    Siempre hemos de tener presente, para ser positivos, que el presente es lo importante y que debemos aprovechar con todas nuestras fuerzas, porque el pasado ya pasó y no podemos vivir de ensoñaciones, y el futuro no sabemos cómo ni qué será y, por lo tanto, lo que se nos pide es el aprovechamiento de este momento actual que nos ha tocado vivir, que para nosotros es el mejor, porque es el único, para sacar todo el fruto que podamos de él, sabiendo poner todo lo que esté en nuestras manos y confiando en la mano del Señor que tiene que hacer fructificar, y lo va a hacer, lo que llevamos en nuestras manos. 

    Sintámonos todos llamados e invitados por el Señor para empeñarnos en el cumplimiento de la misión de la Iglesia entera

    Hemos de tener muy presente aquello que decía san Juan Pablo II, que Dios puede salvar el mundo de muchas formas, pero ha querido que seamos nosotros los que hagamos la oferta de la salvación, primero para nosotros y al mismo tiempo para los demás y, para ello, hemos de poner todo cuanto está en nuestras manos, porque, si no ponemos todo cuanto esté en nuestras manos para ofrecer a todos esa salvación de Dios, ¿nos salvaremos nosotros?

    A esto debemos sentirnos llamados todos, estemos viviendo la vocación que estemos viviendo: sacerdotes, religiosos y laicos. Todos tenemos una misión importante que llevar adelante para que el Reino de Dios llegue a nosotros y a los demás.

    Sintámonos todos llamados e invitados por el Señor para empeñarnos en el cumplimiento de la misión de la Iglesia entera. Pongamos lo mejor de nosotros mismos en el cumplimiento de nuestra tarea y seguro que el mundo será evangelizado, seguro que el mundo y la sociedad conocerá a Cristo y lo seguirá.

    + Gerardo
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