Domingo de la Palabra de Dios

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    La Constitución Dogmática Dei Verbum del Concilio Vaticano II dio un impulso decisivo para el descubrimiento y valoración de la Palabra de Dios.

    A partir del Concilio Vaticano II, todos los Papas que han venido después han cuidado y subrayado mucho la gran importancia que tiene la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia. Baste citar a san Juan Pablo II con la exhortación Tertio Millennio adveniente; a Benedicto XVI que, a la luz de la Asamblea Sinodal de los obispos sobre la Palabra de Dios, publicó la exhortación apostólica Verbum Domini y el papa Francisco en Evangelii Gaudium en la que dice que «toda evangelización está apoyada en la palabra de Dios, escuchada, vivida, celebrada y testimoniada» (174). Todos ellos afirman la gran importancia de la Palabra de Dios para la vida cristiana y para la evangelización de todos los tiempos.

    El papa Francisco, terminado el Jubileo extraordinario de la Misericordia, en el año 2016, pide que se piense en un «domingo completamente dedicado a la Palabra de Dios para comprender el significado inagotable que proviene de ese diálogo constante de Dios con su Pueblo» (Misericordia et misera, 7)

    El día 30 de septiembre de 2019 el papa Francisco instituyó el III domingo del Tiempo Ordinario como Domingo de la Palabra de Dios. Con ello, el Papa da un paso hacia adelante en el camino abierto por la Constitución Dogmática Dei Verbum, cuando insiste en que «es necesario que toda predicación eclesiástica, como la religión cristiana, se nutre en la Sagrada Escritura y se rige por ella; porque en la Sagrada Escritura, el Padre que está en los cielos, se dirige con amor a sus hijos y habla con ellos, y es tanta la eficacia que radica en la palabra de Dios, que es en verdad, apoyo y vigor de la Iglesia y fortaleza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente pura y perenne de la vida espiritual» (21).

    Desde la Constitución Dogmática Dei Verbum hasta hoy se han dado pasos muy significativos para dar a conocer la Palabra de Dios, conociendo, celebrando y viviendo la Palabra de Dios. Su conocimiento, celebración y vida, nos ayudan al verdadero y profundo encuentro con Jesucristo, en el que Él se nos comunica a nosotros de tal manera que nos muestra su afecto y transforma nuestra vida por su revelación y su comunicación.

    Estos avances, muy significativos, en el conocimiento de la Palabra de Dios han hecho que haya un deseo compartido por todos los Papas posteriores al Vaticano II de que la práctica de la Lectio divina vaya siendo cada vez más usual entre los creyentes.

    La lectura de la Palabra de Dios deber algo muy importante para todos los cristianos porque en ella se nos comunica Dios mismo y su plan de salvación, el amor que Él nos tiene. Esta lectura de la Palabra de Dios debe ir acompañada siempre por la reflexión y la oración, para que se entable el diálogo entre Dios y el hombre, porque como se decía en la constitución Dei Verbum: «A Él hablamos cuando oramos y a Él oímos cuando leemos las palabras divinas» (25).

    Ojalá que esta institución del Domingo de la Palabra de Dios nos ayude a todos a acercarnos con mucha más frecuencia a la Palabra de Dios, leerla, valorarla, meditarla y vivirla en nuestra vida, porque en ella nos encontramos con Cristo como modelo auténtico revelador del amor del Padre a nosotros.

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