El episodio de la resurrección de la hija del jefe de la sinagoga es por todos conocido. Jairo, que así se llamaba el jefe de la sinagoga, tiene a su hija gravemente enferma y acude a Jesús para le imponga las manos y pueda vivir. Cuando está en esta situación vienen de casa del jefe de la sinagoga para decirle que no moleste al maestro porque su hija ha fallecido.
Jesús, que lo oye, lo único que le pide es que tenga fe en él, y va a su casa, la toma de la mano y le devuelve la vida a la niña.
Jesús realiza ese milagro de devolver la vida a la niña muerta.
Los milagros de Jesús tienen un significado bien concreto:
— Jesús no es ningún malabarista que saca palomas de la chistera.
— Jesús realiza milagros con unos fines bien concretos:
• Aumentar la fe de sus discípulos.
• Suscitar la fe en quien lo ve.
• Para manifestar la gloria y el poder de Dios y del Mesías.
• Para corroborar sus palabras con hechos.
• Para manifestar la compasión y la misericordia de Dios con los seres humanos.
Siempre, para poder realizarlos pone unas exigencias:
— Creer en Él, esto es lo que le pide al jefe de la sinagoga
— Creer en su poder para hacerlo. ¿Tú crees que puedo hacerlo?
— Pide gratitud. Ante aquellos leprosos que había curado, que era diez, y solo uno vuelve a darle gracias, pregunta: «¿Los otros nueve dónde están?».
— Pide conversión: «Vete y, en adelante, no peques más».
Los milagros no son solo algo que Jesús realiza en su tiempo. Hoy, con nosotros, Jesús realiza también verdaderos milagros, aunque a veces no nos demos cuenta porque estemos demasiado acostumbrados a ellos:
— El milagro de la vida de cada día.
— El milagro de la fe en cada uno de nosotros.
— El milagro del amor de Dios a todos y cada uno de nosotros, a pesar de nuestros pecados e infidelidades
— El milagro del perdón de Dios, que nos lo ofrece incondicionalmente.
Dios nos pone a nosotros también unas exigencias:
— Que creamos en Él:
• Que sepamos descubrir su acción en nosotros.
• Que descubramos que Dios se interesa por nosotros, que le importamos, y que está siempre acompañándonos en la vida
• Que no seamos indiferentes a él, que nos interesemos por él, que Dios sea realmente importante en nuestra vida.
— Que seamos agradecidos:
• Por el amor que nos demuestra.
• Por interesarse por nosotros a pesar de que nosotros lo olvidemos, a veces, en nuestra vida.
• Que sepamos descubrir el gran amor misericordioso que nos muestra cuando, sin merecerlo por nuestros pecados, nos da tantas gracias y está dispuesto siempre a perdonarnos y favorecernos.
Vamos a pensar en tantas cosas buenas como diariamente recibimos de Dios y que son un verdadero milagro que Él realiza en nosotros. Vamos a pedirle que sepamos agradecérselo y que sepamos corresponder haciendo en nuestra vida todo aquello que Él nos pide como criaturas suyas que somos.
+ Gerardo
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