
El pasaje del Evangelio de San Juan de este domingo nos sitúa ante uno de los grandes milagros de Jesús: la multiplicación de los panes y los peces.
Los milagros de Jesús tienen siempre un significado bien concreto.
- No es ningún malabarista que saca palomas del sobrero.
- No es tampoco alguien que busque fama ni publicidad con ellos.
- Jesús realiza milagros con unos fines bien concretos:
- Aumentar la fe de sus discípulos.
- Suscitar la fe en quien le ve.
- Para manifestar la gloria y el poder de Dios y del Mesías..
- Para corroborar sus palabras con hechos.
- Para manifestar la compasión y la misericordia de Dios.
Siempre, para poder realizarlos, pide unas exigencias:
- Creer en Él, esto es lo que le pide al jefe de la Sinagoga.
- Creer en su poder para hacerlo.
- Pide gratitud. Ante aquellos leprosos que había curado que eran diez y solo uno vuelve a darle gracias, le dice: «Los otros nueve ¿dónde están?»
- Pide conversión: Vete y en adelante no peques más.
El milagro de la multiplicación de los panes y los peces podemos denominarlo el milagro de la generosidad y de la compasión, precisamente porque nos presenta a Jesús respondiendo a las necesidades más profundas de la persona, porque se compadeció de los que lo seguían, porque andaban como ovejas sin pastor.
Jesús no desea publicidad con sus milagros, por eso cuando se da cuenta de que le quieren proclamar rey, se retira al monte él solo.
San Juan destaca que la multiplicación de los panes y los peces es un signo de solidaridad. Cuando Andrés le dice a Jesús que hay un muchacho que tiene cinco panes y dos peces, nos está diciendo que dar de comer a tanta gente no depende de una solución económica, sino de saber compartir. Aquel muchacho comparte, da sus cinco panes y dos peces a Jesús y Él realiza el milagro.
Hoy vivimos en un mundo que necesita la multiplicación de personas solidarias, que quieran compartir lo que es de todos.
Los milagros no son algo que Jesús realiza solo en su tiempo. Hoy con nosotros Jesús realiza también verdaderos milagros, aunque a veces no nos demos cuenta porque estemos demasiado acostumbrados a ellos:
- El milagro de la vida de cada día.
- El milagro de la fe en cada uno de nosotros.
- El milagro del amor de Dios a todos y cada uno de nosotros. a pesar de nuestros pecados e infidelidades.
- Milagro del perdón de Dios, que nos lo ofrece ¡incondicionalmente.
- El milagro que Dios hace a través de la generosidad y solidaridad de los demás, que sirve para que Dios sea la respuesta a las necesidades más primarias y fundamentales de las personas.
Se hace necesario que nosotros sepamos descubrir la mano y el poder de Dios en nuestra vida, se hace necesario que creamos en Él. Que sepamos descubrir su acción en nosotros. Que descubramos que Dios se interesa por nosotros, que le importamos, y que está siempre acompañándonos en la vida. Que no seamos indiferentes a Él, que nos interesemos por Él, que Dios sea realmente importante en nuestra vida.
Es necesario que cuando descubrimos a Dios en nuestra vida seamos agradecidos con Él por tantas cosas: por el amor que nos demuestra, por interesarse por nosotros a pesar de que nosotros lo olvidemos a veces en nuestra vida. Que sepamos descubrir el gran amor misericordioso que nos muestra cuando, sin merecerlo por nuestros pecados, nos da tantas gracias y está dispuesto siempre a perdonarnos y favorecernos.
Vamos a pensar en tantas cosas buenas como diariamente recibimos de Dios y que son un verdadero milagro que Él realiza en nosotros, y vamos a pedirle que sepamos agradecérselo y que sepamos corresponder haciendo en nuestra vida todo aquello que Él nos pide como criaturas suyas que somos.
+ Gerardo
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