Queridos diocesanos:
Comenzamos el tiempo litúrgico del Adviento, un tiempo de espera y esperanza de la venida de Cristo.
El Adviento conmemora aquella primera venida de Cristo al mundo como Salvador; actualiza la conciencia de la presencia de Dios en nuestro mundo, y nos llama a estar bien despiertos y preparados para la segunda venida de Cristo en toda su majestad.
Este primer domingo del Adviento nos hace una llamada a estar despiertos a los signos de los tiempos, a los signos que el Señor nos da de su presencia en medio de nosotros.
No podemos dejar que se nos embote la mente con el placer o el dinero y que no podamos ver los signos de la presencia de Dios en el mundo, en nuestra vida.
Continuamente, Dios nos está dando signos de su presencia en el mundo, pero para que nos demos cuenta de su presencia en el vivir de cada día, es necesario que no hagamos dioses de otras cosas que nada tienen que ver con el Dios verdadero que llena nuestra vida.
Estamos viviendo en un ambiente social en el que el hombre se niega a reconocer la presencia de Dios en los acontecimientos de la vida, en la vida propia y de los demás, porque se ha constituido dios de sí mismo y él es quien dicta sus propias normas de comportamiento y quien pone límites a su libertad según sus intereses.
El ser humano actual se ha dejado dominar y absorber por los ídolos del poder, del dinero, del gozar, y se ha convertido en alguien incapaz de valorar la presencia y la necesidad del verdadero Dios en su vida.
Nuestra liberación ya se ha hecho presente con la primera venida de Cristo al mundo, pero es necesario que le reconozcamos presente en nuestro mundo, y en nuestra vida. Él quiere venir a cada uno de nosotros para transformarnos, para querernos y dar sentido a nuestra vida, por encima de lo que el mundo valora.
Jesús nos advierte del peligro que tenemos de dejarnos embotar por lo que el mundo valora y no darnos cuenta de que Él está en medio de nosotros. Nos pide vivir un peculiar estilo de vida, que es el que Él nos transmitió como importante y del que un día nos pedirá cuenta de lo que hemos hecho y vivido del mismo.
El mensaje del evangelio de este domingo nos urge a tener la mente bien despierta para conocer lo que sucede a nuestro rededor, para ser conscientes de que Dios se interesa por nosotros y no podemos nosotros desinteresarnos de Él ni ser indiferentes a su persona y su mensaje, ni vivir como si Él no existiera porque en la aceptación de su persona y de su mensaje consiste la preparación para esa última venida de Cristo en poder y majestad y nos pida cuenta de lo que hemos hecho con lo que Él nos enseñó.
Necesitamos estar bien fortalecidos internamente para vivir el estilo de vida que Jesús nos propone, de tal manera que como nos dice san Pablo en la segunda lectura de este domingo, «cuando Jesús nuestro Señor, vuelva acompañado de todos sus santos podamos presentarnos santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre»( 1Tes 3, 13).
Que aprovechemos bien este tiempo de Adviento para vivir verdaderamente bien el mensaje de Jesús, y así estemos preparados para recibir en cualquier momento su llamada a rendirle cuentas de nuestro amor a Él y a los hermanos.
+ Gerardo
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