Agosto, el mes del reencuentro con nuestros abuelos

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    Hemos pasado casi tres meses de confinamiento sin poder tener contacto con toda la familia, especialmente con nuestros mayores, a los que hemos echado mucho de menos por miedo a contagiarnos y contagiarlos a ellos por ser personas de riesgo.

    El mes de agosto suele ser un mes de reuniones familiares, de pasarlo, en muchos casos, en casa de los abuelos, todos juntos, abuelos, padres, hijos y nietos. Un mes para disfrutar de lo mucho que tenemos y que podemos aportarnos los unos a los otros. La sabiduría, la fe, la experiencia de nuestros mayores, es algo de lo que no podemos prescindir. Su vida vivida con sacrificios y renuncias para sacar la familia adelante no es un cuento que los padres cuentan a sus hijos, sino una realidad que habla claramente de nuestros mayores como personas de bien, llenos de amor hacia su familia, que en todo momento ha sido lo más importante a cuidar.
    Tenemos una oportunidad de oro de disfrutar unos de otros, de demostrarnos nuestro cariño y amor. Los más jóvenes contándoles vuestras ilusiones y vuestros proyectos para el futuro y que ellos os puedan contar cómo han tenido que luchar en la vida para sacar la familia adelante, cuántas privaciones personales para poder dar estudios a los hijos, que muchos de ellos no saben lo que es disfrutar de unas vacaciones, que han trabajado de sol a sol para que no faltara el pan en la mesa familiar.

    La vida de fe de nuestros queridos mayores es, sin duda alguna, un modelo y un aliciente para los jóvenes, para los padres, los hijos y los nietos

    Los abuelos seguro que van a contar a sus nietos lo mucho que les ha servido y el gran sentido que les ha dado y sigue dando a su vida y a todo lo que ella supone la fe en el Señor. Nuestros abuelos han sido personas de fe, que han vivido y han tratado de transmitir a sus hijos, y  seguro que lo hacen hoy a sus nietos, la presencia de Dios en sus vidas; cómo ellos han valorado y han cuidado su relación con el Señor; cómo cada noche se despedían de Él antes de acostarse;  cómo su primer pensamiento nada más levantarse ha sido y sigue siendo para el Señor: para darle gracias por el día, por la salud y por la familia que tienen; cómo la máxima ley de comportamiento ha sido —y tratan de que así siga siendo— lo que creen que Dios les pide en cada momento. Dios ha sido realmente importante para ellos en su vida, les ha dado fuerza y ayuda siempre y ellos han contado con Él, le han agradecido su gracia y le han pedido ayuda para todo.

    Nuestros abuelos han sido personas de fe, que han vivido y han tratado de transmitir a sus hijos, y seguro que lo hacen hoy a sus nietos, la presencia de Dios

    La vida de fe de nuestros seres queridos mayores es, sin duda alguna, un modelo y un aliciente para los jóvenes, para los padres, los hijos y los nietos, que hoy tal vez valoran otras muchas cosas, pero no la vivencia y el cultivo de la fe y la valoración de la presencia de Dios en su vida.

    Agosto en casa de los abuelos es un mes que tenemos que aprovechar para pedirles que nos cuenten cosas de su vida, para contrastarlas con nuestras aspiraciones y proyectos de futuro. Los jóvenes debéis contarles a ellos lo que pensáis de la vida, de Dios, de la fe, de cómo vivís y desde qué valores os planteáis la vida, porque seguro que contrasta con lo que ellos han vivido y tratan de seguir viviendo y con su experiencia de la vida. Su sabiduría de ancianos y su fe incondicional en el Señor os llamarán la atención y os pueden llevar a preguntaros si ese camino que ellos han recorrido no puede ser también el vuestro, porque es el único que os da sentido, esperanza y fuerza para vivir todas las realidades alegres o tristes, felices o dolorosas.

    + Gerardo

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