Hace pocos días estrenábamos este año nuevo 2025. Un año nuevo siempre suscita en el corazón de todo ser humano un sentimiento de esperanza nueva, de esperanza de que las cosas sean distintas y mejores que el año que hemos terminado. Un año nuevo es un momento para soñar.
¿Quién de nosotros no ha soñado alguna vez con un momento de la historia en el que a nadie le falte lo más necesario para vivir; en el que el paro deje de existir y todos tengamos un trabajo digno; en el que sepamos respetarnos los unos a los otros y, especialmente, sepamos luchar por el respeto a la vida de los más indefensos?
¿Quién no ha soñado en ese momento en el que las familias no se rompan por falta de amor y de entendimiento entre los esposos y los hijos no sufran las rupturas de los padres; en ese momento en que Dios sea importante para todos; un momento en el que la evangelización del mundo sea una realidad que se vea y se viva; un momento en el que el amor, la justicia y el reparto equitativo de los bienes de la tierra sea una realidad y desaparezcan las desigualdades de que unos lo tengan todo y otros no tengan ni lo más imprescindible para vivir?
Es verdad que este sueño tal vez nunca se haga realidad, pero sí podemos hacer realidad cada uno de nosotros, al estrenar un año nuevo, algunos de los aspectos que dependen de nosotros, que tal vez hemos descuidado en nuestra vida y de los cuales no podemos echar la culpa a nadie.
¿Por qué no aprovechamos este nuevo año para cultivar algunos de los valores humanos tan necesarios para todos hoy, como el amor, la solidaridad, el respeto, el tratar de hacer una sociedad más humana, en la que nos preocupemos más de ayudarnos unos a otros?
¿Por qué este nuevo año no puede ser un empeño en desarrollar en nosotros nuestra vida de fe que, tal vez, la tenemos bastante descuidada, pensando que la fe da lo mismo cultivarla y vivirla como se debe, con toda la autenticidad y el compromiso que nos pide la misma?
¿Quién de nosotros no ha soñado con un momento de la historia en el que a nadie le falte lo más necesario?
¿Por qué Dios no puede dejar de ser este año nuevo ya el gran ausente en nuestra familias y comenzamos a darle verdadera importancia, la que debe ser, en nuestra vida personal y en nuestra realidad familiar?
¿Por qué, como cristianos y seguidores de Jesús, como bautizados que somos, no asumimos de una vez para siempre la tarea que el Señor nos encomienda a todos de evangelizar este mundo que nos ha tocado vivir?
¿Por qué no nos tomamos en serio este año que hemos comenzado que debemos ser testigos de fe y testimonio para que los demás se animen a vivir su fe, viendo cómo la vivimos nosotros?
¿Por qué no nos decidimos a que nuestra familia, la de cada uno, sea un lugar privilegiado en el que nos ayudamos unos a otros a crecer y madurar como personas, y un lugar en el que se reza, se habla de Dios, se transmite la fe de unos a otros, de unas generaciones a otras?
¿Por qué no nos decidimos este año a poner en práctica todo eso de lo que notamos carencia en nuestra vida, la de nuestra familia, y la de la sociedad entera?
¿Por qué este nuevo año no puede ser un empeño en desarrollar en nosotros nuestra vida de fe?
Un año más es siempre una oportunidad nueva para hacer lo que tenemos que hacer como personas y como creyentes en Jesús, no descuidando lo que es y debe ser importante para todos, como personas y como cristianos.
Parémonos un poco en serio, al comienzo de este nuevo año, a pensar en nosotros y en los que somos y debemos ser, y programemos lo que queremos conseguir, lo que queremos desechar de nosotros porque nos deteriora como personas y como cristianos, y aquello en lo que nos vamos a comprometer especialmente durante este año, para que al final del mismo no sigamos lamentándonos de lo mal que estamos, lo mal que nos sentimos y lo poco que hemos avanzado, sino que nos sintamos contentos porque nos damos cuenta que, con nuestro esfuerzo y la ayuda del Señor, no somos los mismos, que hemos mejorado y hemos logrado lo que, de no habérnoslo planteado, nunca hubiéramos logrado.
Feliz año 2025.
+ Gerardo
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