El tiempo pascual que estamos celebrando nos da la oportunidad de reconstruir y conocer la experiencia de aquella primitiva comunidad, de aquellos apóstoles que se encuentran con Cristo resucitado.
En el evangelio de hoy descubrimos en la primera comunidad cuatro situaciones que viven los discípulos y que, de alguna forma, son un vivo retrato de nuestra misma experiencia de creyentes:
La primera es que aquellos discípulos estaban llenos de miedo, «con las puertas cerradas por miedo a los judíos» (Jn 20, 19-20), les asusta cualquier presencia o llamada, temen que por ser los seguidores de Jesús les persigan y corran la misma suerte que el maestro.
Otra situación que viven es que eran unas personas llenas de dudas. Llegan hasta a confundir a Jesús con un fantasma, no acaban de creérselo. Ello hace que Jesús tenga que mostrarles sus manos, sus pies y su costado. «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente» (Jn 20, 24-29)
Una tercera situación es que la nueva presencia de Jesús resucitado y el Espíritu Santo que les ha dado es quien les va a hacer entender todo lo que Él les había dicho de que resucitaría, y ahora saben que está vivo y entienden lo que Él les había dicho.
Y la cuarta situación es que, cuando han entendido que Cristo ha resucitado, se lanzan, a proclamarlo a los cuatro vientos. Eso los ha transformado en valientes testigos de Cristo vivo.
Nosotros hemos recibido la misma misión de los apóstoles
Si estas cuatro actitudes o situaciones nos las aplicamos a nosotros, podremos ver que en las dos primeras coincidimos y nos identificamos con ellos y que otras dos son para nosotros una llamada:
1. Si de miedo se trata, nosotros como cristianos damos la impresión, por nuestra forma de actuar que, estamos llenos de toda clase de miedos: miedo al ambiente; miedo a confesarnos creyentes, al qué dirán, al compromiso cristiano y un largo etcétera.
2. Si de dudas se trata, somos campeones:
Dudamos de todo cuanto no podemos comprobar experimentalmente. Creemos, pero no acabamos de estar plenamente convencidos. Dudas que vienen de nuestra falta de formación cristiana, de los que opinan distinto a nosotros, del ambiente que vive otros valores. Dudas y dudas.
En los miedos y en las dudas nos parecemos a aquellos discípulos asustados. Pero hay dos actitudes que se dieron en ellos y que nosotros necesitamos especialmente.
La primera es que la presencia del Señor y del Espíritu les hizo cambiar de actitud:
• Ellos dejan que la presencia de Cristo resucitado y del Espíritu los transforme.
• Dejan que Jesús les explique y que el Espíritu les haga entender.
• Comprenden el significado de todo lo que les había dicho Jesús y creen en Él.
• Cuando se encuentran con Jesús y los envía como el Padre le ha enviado a Él, ellos se transforman y se lanzan a ser sus testigos valientes, sin miedo a nada ni a nadie y a proclamar a los cuatro vientos que Cristo vive y que eso da sentido a toda su vida.
Nosotros necesitamos acercarnos a Jesús y a su mensaje y dejarnos tocar por él sin miedos, sin miedo a que él entre en nosotros y nos transforme.
Necesitamos conocerlo a Él, formarnos cristianamente para poder dar razón de nuestra fe, para saber defenderla frente a quien la desprecia, para que no nos hagan daño las opiniones contrarias, sino que nos mantengamos firmes en nuestra fe.
También nosotros hemos recibido la misma misión de los apóstoles, también hemos sido enviados y nos hemos comprometido, no solo a vivir el estilo de vida de Jesús, sino también a comunicarlo a los demás, a ser testigos de nuestra fe en el mundo que no ha tocado vivir.
Necesitamos acercarnos a Jesús y a su mensaje
Debemos vivir personalmente nuestra vida desde la fe y desde los valores del evangelio, pero no guardárnoslo para nosotros solos, sino comunicarlo a los demás, ir por el mundo entero y ser portadores de su vida y su mensaje hasta el corazón del mundo.
El papa Francisco dice que cada bautizado, por el hecho de serlo, debe ser un autentico agente de evangelización, debe anunciar con sus palabras y con su vida a los demás la persona de Jesús y su mensaje para que lo sigan.
Vivamos nuestra fe y seamos testigos de que Cristo vive en nosotros y da sentido a toda nuestra vida.
+ Gerardo
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