Queridos amigos:
Comenzamos el mes de agosto. Un mes de vacaciones para la mayoría de los trabajadores que, tras un año de trabajo, han merecido y bien merecido, un mes de vacaciones.
Durante el curso, una de las cosas más importantes que se anhelan en las familias es poder disfrutar de la presencia de todos los integrantes de la misma, de tal manera que todos encontráramos tiempo suficiente para dedicar a la familia: los padres a los hijos, los hijos a los padres, los hermanos a los hermanos, y entre el esposo y la esposa.
Este deseo no siempre se cumple, porque hoy el trabajo nos complica la existencia, a veces excesivamente los horarios, y en las familias es difícil coincidir, incluso hasta para la hora de comer. Cuando unos llegan, otros marchan, y así vamos notando que cada día necesitamos más poder disfrutar de los demás, de la familia, para encontrar en ellos lo que necesitamos en cada momento y que ellos puedan disfrutar de nosotros y encontrar en nosotros lo que necesitan en cada momento.
Las vacaciones son un tiempo especialmente importante para la convivencia de la familia, para poder hablar sin prisas de aquellos aspectos en los que no nos detenemos durante el curso, para poder compartir nuestra vida con aquellos que más queremos, que son los nuestros.
Pero esto no viene con las vacaciones como algo inherente a las mismas. Tenemos que proponérnoslo e intentar convertir este tiempo de vacaciones en un tiempo especialmente importante para compartirlo con quienes formamos la familia y así poder vivir en ella lo que, durante el curso y el tiempo de trabajo, echamos tanto de menos.
Querer hacer familia y disfrutar de ella no es algo inherente y espontaneo con las vacaciones, porque a nada que nos descuidemos, el tiempo de vacaciones se convierte en un tiempo de disfrute, pero cada uno, no con los suyos, sino haciendo cada uno su vida, al margen de la familia.
Por eso hemos de cuidar y plantearnos aprovechar este mes que estemos de vacaciones para disfrutar de la compañía de nuestra familia, para conocerlos más por dentro: lo que piensan los otros que con nosotros la forman, lo que sienten, las dificultades que tienen, en que necesitan nuestra ayuda.
Las vacaciones son un tiempo especialmente importante para la convivencia de la familia, para poder hablar sin prisas de aquellos aspectos en los que no nos detenemos durante el curso
Para ello, hemos de cuidar que el tiempo de vacaciones sea realmente un tiempo bien aprovechado por todos y cada uno de la familia, para hacer familia, para crear unidad, para estrechar lazos de amor y de cariño, para compartir nuestras ilusiones y proyectos y para prestar nuestra colaboración, nuestro cariño y nuestro apoyo a quien más lo necesita.
Desde aquí, invito a todos a hacer este esfuerzo de convertir las vacaciones bien merecidas por nuestro trabajo, en un tiempo de cultivo del verdadero espíritu que debe reinar en cada familia, y hacerlo con tiempo, con dedicación, con colaboración de todos los miembros, de tal forma que nuestras familias se conviertan para todos sus miembros en el apoyo que necesitamos cada uno en cada momento, para hacer de ellas el lugar privilegiado en el que todos nos sentimos a gusto, porque son para todos, cauce de comprensión, de cariño, de ayuda en las dificultades y con quien podemos contar en todo momento. Porque, cuando los demás nos fallan, la familia va a estar ahí para apoyarnos, ayudarnos y querernos por encima de todas pobrezas y defectos o fallos humanos.
No olvidemos algo muy importante que han dicho tantas personas que admiran la familia y su tan importante tarea en la vida de sus miembros: «La familia que reza unida, permanece unida». Dios forma parte y debe formar parte viva de la familia, con quien contemos en cada una de nuestras familias cristianas. Él camina con nosotros en silencio, llamando una y otra vez a las puertas de nuestras familias, esperando que le abramos la puerta, porque quiere formar parte importante de las mismas.
Desde aquí, invito a todos a hacer este esfuerzo de convertir las vacaciones en un tiempo de cultivo del verdadero espíritu que debe reinar en cada familia
Abramos la puerta de nuestras familias al Señor, que quiere cuidar de nosotros desde dentro y no solo desde fuera, quiere ser parte de todas nuestras familias para ayudarnos a superar las dificultades, mimarnos y darnos cuanto necesitemos para que podamos cuidar nuestro amor a todos y cada uno de sus miembros y para que le tengamos cercano y podamos acudir a Él en busca de ayuda.
Aprovechemos estas vacaciones para hacer de la familia algo realmente importante, porque así lo es, para todos los miembros de la misma, y en todos los sentidos: como elemento humano, de cariño, de generosidad, de amor y de fe.
+ Gerardo
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