Los meses de julio, agosto y septiembre, son meses en los que casi todos podemos disfrutar de unas vacaciones, dependiendo de nuestras posibilidades, en nuestros pueblos, en las playas o haciendo turismo.
Todos somos conscientes de que el virus no se ha muerto y que sigue vivo y que, por lo mismo, no queremos que las vacaciones tengan unas consecuencias negativas después de las mismas, en nosotros, en nuestras familias o en cualquier persona con la que hayamos tratado.
No debemos tener miedo y tenemos que disfrutar cuanto podamos de este tiempo de descanso para tomar fuerzas para el curso que empieza en septiembre, pero también hemos de vivir estas vacaciones con una responsabilidad especial, porque el virus, por desagracia, no se ha acabado, sino que sigue activo, vivo y coleando. Por lo mismo, no tenemos que darle facilidades para su contagio, aunque las vacunas nos preserven de muchas posibilidades.
Desde este medio diocesano de Con vosotros, he querido dedicar esta carta para hacer a todos una llamada a la responsabilidad
Las normas, como debe ser, han aflojado en sus exigencias, pero siempre se nos ha seguido insistiendo en que, ahora más que nunca, es la responsabilidad personal la que debe regir nuestro comportamiento, evitando todo aquello que pueda facilitar el contagio. No hemos de olvidarnos de esta realidad.
Desde este medio diocesano de Con vosotros, he querido dedicar esta carta para hacer a todos una llamada a la responsabilidad y a poner de nuestra parte todo aquello que se nos dice que es importante, y que nosotros estamos convencidos que es necesario hacer para que sigamos venciendo y ganando la batalla a este virus que tanto ha hecho y está haciendo sufrir a tantas personas y familias. Actuemos con auténtica responsabilidad, tanto por nosotros mismos como por los demás, para no contagiarnos ni contagiar nosotros a otros.
Aprovechemos las vacaciones para no olvidarnos de aquellos que en nuestras familias hayan podido sufrir
Junto a esta llamada a la responsabilidad que todos necesitamos que alguien nos recuerde, y que nos puede venir bien a todos, no quiero dejar pasar este momento para recordar a todos los diocesanos que las vacaciones son un tiempo que podemos pasar disfrutando de ellas, pero al mismo tiempo, para cultivar algunos aspectos que especialmente en este año y en estas vacaciones estamos necesitando.
Es muy importante que aprovechemos las vacaciones para no olvidarnos de aquellos que en nuestras familias hayan podido sufrir, aunque hayan superado esta pandemia y este coronavirus, que les ha hecho sufrir y nos ha hecho sufrir a todos sus allegados. Cultivemos nuestras relaciones familiares, dediquemos parte de nuestro tiempo o lo que sea necesario a pasarlo con nuestros familiares más ancianos y que han estado más solos durante este tiempo de pandemia, haciéndoles la vida un poco más fácil y feliz, demostrándoles con los hechos que tienen una familia que se ocupa y preocupa por ellos y que se siente feliz cuando los ve a ellos disfrutando de la cercanía y preocupación de toda la familia.
Las vacaciones son también un tiempo de restañar relaciones heridas por mil circunstancias. El ambiente festivo de las mismas ayuda a olvidar diferencias entre hermanos, entre padres e hijos, entre esposos, que en unos momentos muy especiales como han sido los meses, y casi los años, que dura esta pandemia, han podido crearse situaciones tensas y de falta de entendimiento o de perdón. Sepamos disfrutar de nuestro tiempo compartido en la alegría y el gozo de la familia, y seguro que al concluirlas nos sentiremos mucho mejor con nosotros mismos y con los demás.
Las vacaciones son también un momento importante para acompañar a nuestros mayores a la iglesia, a la misa en nuestros pueblos. Para ellos la vivencia religiosa fue siempre muy importante y se sentirían muy contentos si vieran que toda la familia vive lo que ellos nos inculcaron, que la familia lo hace unida con ellos y juntos damos gracias a Dios por la salud y pedimos por aquellos seres queridos que durante este tiempo de pandemia han fallecido.
A todos vosotros, queridos diocesanos, os deseo que seáis muy felices en estas vacaciones, que disfrutéis juntos como familia y que todos seamos responsables de cuidarnos y cuidar a los demás.
+ Gerardo
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