Con el lema
Cuidémonos mutuamente celebráremos el próximo jueves 11 de febrero la Jornada del Enfermo de este año 2021.
Una jornada que nos brinda la oportunidad de hacer una reflexión sobre nuestra relación con los enfermos y nos hace una llamada a brindar una atención especial a los mismos.
Estamos viviendo en plena pandemia del coronavirus y, en los hospitales, en las residencias de personas ancianas, en las familias y en nuestras comunidades cristianas hay muchas personas que están sufriendo esta enfermedad. En este tiempo de pandemia todos somos conscientes de que hay determinados colectivos que tienen una especial dificultad a causa de la soledad, la marginación, como los que no tienen techo y tienen que sufrir la enfermedad en la más profunda de las soledades.
Es verdad que, en este tiempo de pandemia, nos hemos sorprendido por la entrega y generosidad de agentes sanitarios, voluntarios, trabajadores y trabajadoras, sacerdotes, religiosos y religiosas que, con profesionalidad, abnegación, sentido de responsabilidad y amor al prójimo, han ayudado, cuidado, consolado y servido a tantos enfermos y familiares.
Todos nosotros, como cristianos, tenemos que fijar nuestros ojos y nuestro corazón en estas personas que lo han dado todo y han estado muy cerca de quienes los necesitaban en un momento tan delicado como es el de esta enfermedad. Son todos ellos personas que han considerado a los demás hijos de un mismo Padre Dios y, a los enfermos, sus auténticos hermanos.
Todos ellos son una llamada también para todos nosotros a descubrir en los enfermos. Tanto los que atendemos en los hospitales, como en las residencias, como en nuestras propias casas, atendámoslos como verdaderos hermanos nuestros, como verdadera familia.
Todos nosotros, como cristianos, tenemos que fijar nuestros ojos y nuestro corazón en estas personas que lo han dado todo y han estado muy cerca de quienes los necesitaban en un momento tan delicado como es el de esta enfermedad
Todos ellos necesitan que sepamos, como el buen Samaritano, detenernos y escucharlos para establecer con ellos una relación directa y personal, una autentica empatía, involucrarnos en su sufrimiento, hasta hacernos cargo de las personas que sufren por medio de nuestro servicio en ese momento de debilidad y vulnerabilidad especial de la persona que es la enfermedad.
La experiencia de la enfermedad hace que sintamos nuestra propia vulnerabilidad, nuestra impotencia y la necesidad del otro. Nuestra condición de criaturas se vuelve más nítida y experimentamos de modo evidente nuestra dependencia de Dios.
La enfermedad siempre tiene rostro, e incluso más de uno. Tiene el rostro de cada enfermo y también de quien se siente solo, ignorado o excluido, víctima de las injusticias sociales.
La cercanía, de hecho, es un bálsamo muy valioso, que brinda apoyo y consuelo al que sufre en la enfermedad. Como seguidores de Jesús estamos llamados a ser misericordiosos como el Padre con nosotros y amar a los hermanos enfermos, débiles y doloridos, concretando el mandamiento nuevo en el servicio al prójimo.
Una sociedad es tanto más humana cuanto más sabe cuidar a sus miembros frágiles y que más sufren, y sabe hacerlo con eficiencia animada por el amor fraterno
Se trata de que, movidos por la caridad de Cristo, establezcamos un pacto entre los necesitados de cuidado y atención y aquellos que los cuidan. Un pacto basado en la confianza y en el respeto mutuo, en la sinceridad y en la disponibilidad, poniendo siempre en el centro la dignidad del enfermo.
El mandamiento del amor de Jesús a sus discípulos encuentra una realización concreta en la relación con los enfermos. Una sociedad es tanto más humana cuanto más sabe cuidar a sus miembros frágiles y que más sufren, y sabe hacerlo con eficiencia animada por el amor fraterno.
Caminemos hacia esa meta, procurando que nadie se sienta excluido ni abandonado.
Encomendemos a María, madre de la misericordia y salud de los enfermos a todas las personas enfermas, a los agentes sanitarios y a todos los que se prodigan al lado de los enfermos que sufren, para que nos ayude a cuidar unos de otros con amor fraterno.
+ Gerardo
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