Dos llamadas

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    La Palabra de este II domingo del tiempo ordinario nos habla de dos llamadas distintas por parte de Dios y de dos respuestas generosas: es la llamada de Dios a Samuel y su respuesta positiva al Señor; y la llamada de Jesús a los primeros discípulos y la respuesta pronta y generosa de los mismos siguiendo al Cordero de Dios.

    Dios llama a Samuel y se sirve de Elí para que Samuel descubra que es Dios quien le llama y, cuando se lo hace ver, la actitud de Samuel es una actitud de total generosidad y de plena disponibilidad: «Habla, Señor, que tu siervo escucha».

    Jesús está comenzando su vida pública ofreciendo al mundo su reino, y ha querido elegir a un grupo de discípulos para que sean sus compañeros, sus amigos más íntimos, y por eso va a ir llamando a aquellos que quiere, para que cuando Él termine su misión en este mundo, sean los que continúen haciendo presente el reino de Dios, en continuidad con su misma misión, de la que les va a hacer plenamente partícipes.

    Aunque después sea el mismo Cristo quien les haga la llamada a seguirle, la llamada primera la reciben los dos primeros discípulos de parte de Juan el Bautista, a quien seguían como discípulos suyos. Es Juan quien les va a mostrar a Jesús, que pasaba cerca, y les va a decir: «Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo», y los dos que lo oyen, dejan a Juan a quien seguían como maestro, y se van tras Jesús. Entablan una conversación con él: «Rabí, ¿dónde vives?». Él les dijo: «Venid y veréis». Esta es la invitación de Jesús: «Venid y lo veréis», y ellos se quedan con Él todo el día.
     

    Dios llama a Samuel y se sirve de Elí para que Samuel  descubra que es Dios quien le llama y, cuando se lo hace ver, la actitud de Samuel es una actitud de total generosidad


    Una vez que han escuchado la llamada a seguirle, se sienten muy contentos, y enseguida van a comunicárselo a otros. Andrés, que era hermano de Pedro, le comunica nada más verlo, lleno de entusiasmo, la experiencia tan estupenda que han tenido: «Hemos visto al Mesías», y después lo llevan para que Pedro conozca personalmente a Jesús.

    Hasta aquí la historia de una llamada y respuesta, llamadas por parte de Dios y respuestas por parte de quien se siente llamado por Él.

    En ambos relatos hay varios aspectos que coinciden: La llamada que Dios y Jesús hacen es a gente normal, pobres en muchos aspectos, pero que buscan, se preguntan y tienen ganas de descubrir la llamada de Dios para ellos. El discernimiento de la llamada por parte de Dios a Samuel y por parte de Jesús a los discípulos la realiza a través de otras personas: de Elí en el caso de Samuel, y de Juan el Bautista en el caso de los discípulos. Pedro también es llevado a Jesús por su hermano y el otro discípulo. En ambos casos hay una total disponibilidad por parte de los llamados a seguir el camino por el que Dios les llama y a cumplir con la misión que se les encomienda. Otras veces Jesús llama directamente a los que quiere para que sean sus apóstoles.

    Yo quisiera resaltar estos dos aspectos que se dan en estas dos llamadas y respuestas:

    A. El Señor sigue llamando a seguirle y ser sus más íntimos amigos a personas normales, pobres en determinados aspectos y ricos en otros.

    B. En el discernimiento vocacional Dios cuenta con personas cercanas al que es llamado, para ayudarle a descubrir que es Dios quien les llama.

    C. La total disponibilidad que se da en ellos para responder positivamente a la llamada que Dios les hace.

    Este curso estamos empeñados de una forma especial en la promoción vocacional a la vida sacerdotal y religiosa. Es importante decir que Dios sigue llamando hoy a la vida sacerdotal y religiosa, y Dios tiene muchas maneras de llamar:
    • A través de su palabra.
    • Por el testimonio de otra persona que impacta.
    • Por una acontecimiento o experiencia, triste o alegre, gozosa o dolorosa, que alguien tiene en un momento determinado de su vida.
    Cada uno debemos preguntarnos si estamos cumpliendo con la tarea que el Señor espera que hagamos para que alguien pueda descubrir el camino por el que Dios le llama, con nuestro ejemplo, con nuestro apoyo, con la valoración de esta vocación, etc.
     

    Jesús está comenzando su vida pública ofreciendo al mundo su reino, y ha querido elegir a un grupo de discípulos para que sean sus compañeros, sus amigos más íntimos

    Y quien sienta una primera llamada a seguirle por este camino, debe ser generoso, desprendido y estar dispuesto a entregarle al Señor lo que es y todas las cualidades que tiene, como hizo Samuel: «Habla, Señor, que tu siervo escucha», y como hicieron los discípulos, que siguieron a Jesús, preguntándole que dónde vivía y se quedaron con él.

    Comprometámonos todos en ser promotores de vocaciones sacerdotales y religiosas hoy, en nuestro mundo.

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