Queridos diocesanos:
La fiesta de la Navidad está a la puerta. El jueves de esta semana que comenzamos hoy es el día 25 de diciembre, fiesta de la Natividad del Señor.
Cada año celebramos las fiestas de Navidad. Este año, la pandemia de la COVID-19 va a hacernos vivir la Navidad de una forma muy distinta a como la celebraban las familias otros años, porque ni siquiera tal vez podamos reunirnos toda la familia por cuestión de aforo y por los peligros que hay en esas reuniones familiares amplias de contagio del virus.
Las fiestas de Navidad son unas fiestas que se pueden vivir en el corazón del ser humano:
Para muchos esta Navidad va a ser un tiempo de nostalgia, de recuerdos y de tristeza, porque rememora aquellos días de su Navidad de niños en los que toda la familia se reunía en el hogar para celebrar juntos estas fiestas. Eran días de alegría, de amor sentido y expresado, de diálogos alegres y de verdadera felicidad de todos los que componían cada familia.
Todo son recuerdos, momentos y tiempos pasados, de los que solo queda eso, el recuerdo nostálgico de la vida, y que han quedado ensombrecidos por la muerte de algunos seres queridos, las enfermedades de otros, la separación de las personas más queridas, los problemas de la vida, los odios o los rencores hacia miembros de la misma familia, porque no se entendieron en la herencia y que han hecho que cada cual se sienta separado de los que más quería y se encuentre hundido en la más triste de las soledades, desde donde solo podrá ya recordar aquellos tiempos de armonía, paz y felicidad familiar, como un recuerdo que nunca volverá.
Esta es una forma de sentirse frente a la Navidad. Es la forma de situarse de tantas personas a las que su fe no ilumina las distintas situaciones de la vida y, por lo mismo, tampoco la Navidad. Para ellos la Navidad no es más que eso: un recuerdo tierno y sentimental de lo que fue en otro tiempo y que nunca más volverá, convirtiéndose así en algo que quieren que pase cuanto antes porque les hacen sentir mal.
Otra forma de sentirse y de situarse frente a la Navidad es la de todos aquellos que recuerdan con gran cariño los días y el ambiente navideño que vivieron en sus propias familias cuando eran pequeños, y que han tratado de seguirlo viviendo año tras año después, de mayores. Días inolvidables, ambiente entrañable en el que se han sentido realmente felices; recuerdos que hoy viven con ese mismo gozo y que les impulsa a seguir viviendo estos días con la misma felicidad y alegría, a la vez que tratan de encontrar y vivir el verdadero sentido cristiano de la misma.
Este sentido profundo cristiano puede ser lo que echemos de menos en nuestra vida y que sea algo que necesitamos renovar en nuestros corazones.
Tal vez estemos necesitados de renovar en nosotros el profundo significado y el sentimiento cristiano de alegría que produce en el alma lo que en la Navidad celebramos: el nacimiento del Hijo de Dios, que por amor a todos y cada uno de nosotros, siendo Dios, se ha hecho hombre, para que nosotros, los seres humanos, lleguemos a ser hijos de Dios.
Seguro que necesitamos contemplar mucho más de cerca al Dios niño, el misterio del nacimiento del Hijo de Dios
Seguro que necesitamos actualizar nuestra fe y abrir nuestra vida y nuestro corazón para dejar que Cristo, que nació hace 2020 años en aquel pesebre, entre y nazca en el corazón de cada uno de nosotros, y transforme nuestras dudas en fe, nuestros materialismos en valoración de su gracia, nuestra lejanía de Él en cercanía de amor, en mano amiga que se acerca a nosotros para decirnos lo mucho que nos quiere.
Tal vez echamos de menos y necesitamos vivir una Navidad más solidaria, en la que todos podemos hacer algo por todos, porque nos necesitamos unos a otros; una Navidad en la que abramos nuestro corazón para descubrir que, junto a nosotros, hay personas, familias, niños, ancianos que están con las manos extendidas, porque les asfixian las necesidades, la enfermedad y la soledad.
Seguro que necesitamos contemplar mucho más de cerca al Dios niño, el misterio del nacimiento del Hijo de Dios, para entender el amor tan grande que nos tiene.
Necesitamos sentir muy dentro de nosotros un profundo sentimiento de gratitud y expresárselo en estos días así al Señor, por tanta generosidad y por tanto amor por su parte.
Agradezcámoselo, dejándole que Él nazca en nosotros como un día nació en aquel pobre y humilde establo y que nos transforme en auténticos hijos de Dios, que quieren recuperar la identidad de hijos.
Vivamos esta Navidad con estas actitudes y, a pesar de las amenazas y el miedo que puede producirnos esta pandemia de la COVID-19 que estamos viviendo, esta Navidad será una navidad alegre, llena de paz y de sentido, porque el Hijo de Dios, el Salvador, ha querido acampar entre nosotros y quiere hospedarse en cada corazón humano que se lo permita.
¡Feliz Navidad para todos!
+ Gerardo
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