Dios llama a todas horas

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    A veces, uno puede examinar su vida y tener la sensación de que ya no es hora de responder al Señor, porque han sido tantas las veces que Él le ha llamado y uno no le ha respondido que ya se le ha pasado la oportunidad.

    Nada más erróneo que este pensamiento. Dios llama durante toda nuestra vida y tal vez tengamos que reconocer que ha habido muchas veces que hemos sentido la llamada de Dios a centrar nuestra vida en Él y desde Él y que no lo hemos hecho, pero no por eso vamos a pensar que el Señor no cuenta con nosotros y sí pensar que siempre podemos empezar una vida de acuerdo con lo que Él nos pide.

    En la parábola de los trabajadores de la viña, el Señor, dueño de la misma, a unos los llama a primera hora, los contrata en un denario y, al final de la jornada, reciben el dinero por el que los había contratado. Sería la llamada que Dios hace a todos a vivir según un estilo propio suyo de vida y hay quien le responde desde el principio y, desde el principio, se ha planteado su vida y la ha vivido de acuerdo con lo que el Señor le pedía.
    Otros no han percibido o no han respondido a su llamada inicialmente, pero en la mitad de su vida, por un acontecimiento o por otro, triste o alegre, descubren que Dios les sigue llamando y, ante dicha llamada, es en ese momento cuando le responden y también van a recibir la misma paga.

    No importan nuestras negativas a seguir al Señor porque Él sigue pasando a mediodía por la plaza y al ver a los que están allí sin trabajar, los va a invitar: «Id vosotros también a trabajar a mi viña»

    Otros, es al atardecer de su vida cuando se dan cuenta de que han gastado la misma en otros intereses y quehaceres y que no les ha preocupado la respuesta a la llamada de Dios.  Estos, en ese atardecer de la vida, sienten que Dios les sigue queriendo a pesar de todo y les sigue llamando a vivir su vida desde lo que Él les pide y es entonces cuando le responden y comienzan a vivir y seguir el camino por el que Dios les llama.
    Según la parábola, vemos que nunca es tarde para responder positivamente a la llamada de Dios, sino que siempre estamos invitados por él a seguirle, a conocerle, a encontrarnos con él y a amarlo. Lo importante es que demos el paso hacia adelante en el servicio a Dios y en el interés por el evangelio de Jesucristo y que nos decidamos a responderle positivamente.

    No importan nuestras negativas a seguir al Señor porque Él sigue pasando a mediodía por la plaza y, al ver a los que están allí sin trabajar, los va a invitar: «Id vosotros también a trabajar a mi viña» (Mt 20, 4); y cuando pasa al caer la tarde y ve otro grupo de gente que están allí, ociosos, también a ellos les va a decir: «Qué hacéis ahí ociosos todo el día sin trabajar, id también vosotros a trabajar a mi viña» (Mt 20, 6-8)

    Esto no quiere decir que no nos preocupe el responder cuanto antes al Señor, precisamente porque no sabemos cuándo va a pasar cerca  de nosotros y llamarnos para darnos el salario

    Esto no quiere decir que no nos preocupe el responder cuanto antes al Señor, precisamente porque no sabemos cuándo va a pasar cerca de nosotros y llamarnos para darnos el salario, porque puede ser que nos llame cuando menos lo esperemos y resulta que no tenemos nada que ofrecerle en nuestras manos. No podemos hacer este razonamiento: como Dios llama a todas las horas, yo paso mi vida viviendo a mi antojo y cuando llegue al atardecer de la vida ya me convertiré y le responderé positivamente, pero tenemos que preguntarnos: ¿y si el Señor nos llama antes?

    Todos estamos a tiempo. El Señor nos llama en muchos momentos, pero también tenemos que hacernos estas preguntas: ¿le estoy respondiendo ya? ¿Soy de los que le responden desde el principio? ¿He sentido que Dios me ha seguido llamando y no le he respondido aún? ¿Sigue Dios contando conmigo y llamándome a pesar de mis negativas anteriores?

    El Señor, aunque muchas veces le hayamos dado nuestra negativa o la callada por respuesta, sigue interesándose por nosotros y sigue llamándonos personalmente a cada uno, para que le sigamos y pueda darnos al final de nuestra vida terrena el salario por nuestra respuesta, la vida eterna.

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