Las vacaciones, tiempo para la solidaridad

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    La pandemia de la COVID-19 y el parón de las empresas durante los meses de marzo a junio han creado una situación personal, familiar y social de miles y miles de personas y familias que han tenido que recurrir a los comedores sociales para poder subsistir. El paro ha crecido y crecerá aún más, se ha creado una situación social realmente preocupante. Cada día van apareciendo más personas y más familias que realmente lo están pasando muy mal económicamente y necesitan ayuda, la que podamos prestar.

    Junto a la crisis de la pandemia están apareciendo dos fenómenos muy dignos de tener en cuenta:

    A. Que junto a la crisis económica está apareciendo manifiestamente una solidaridad cada día más consciente y más abundante. Gracias a Dios, no somos insensibles al sufrimiento de los hermanos, sobre todo de los más cercanos. Van pululando, cada día con más frecuencia, las personas que preguntan cómo y dónde pueden colaborar para prestar su ayuda con dinero, comida u otras formas solidarias, en beneficio de esas personas y familias en las que la crisis de la COVID-19 ha hecho verdaderamente sangre. Podríamos decir que estamos en tiempos de crisis, pero también en tiempos de solidaridad.

    Junto a la crisis económica está apareciendo manifiestamente una solidaridad cada día más consciente y más abundante. Gracias a Dios, no somos insensibles al sufrimiento

    Es verdad que, ante esta situación social que se ha creado, nuestra solidaridad es, a todas luces, insuficiente, porque en definitiva son las instituciones civiles, nacionales, autonómicas, provinciales y locales las que tienen que establecer la justicia y el bien común. Pero sabemos que a pesar de que estas instituciones lo intenten, va a seguir habiendo un sinfín de situaciones de pobreza y marginación a las que las instituciones no van a llegar. Es ahí donde debe estar nuestra solidaridad para llegar a ellos y ofrecerles una ayuda importante a su problema.

    B. Llegadas estas fechas de verano, todos pensamos en unos días de vacaciones que tenemos bien merecidas después del trabajo de todo el año. El periodo vacacional es un tiempo de descanso y de toda una serie de gastos innecesarios, aunque después nos apretemos un poco más el cinturón.

    Las vacaciones son un tiempo para la solidaridad si al mismo tiempo que disfrutamos de ellas no nos olvidamos de que hay también, y más en este momentos, muchos otros, muchas otras familias, que no pueden disfrutar de unas vacaciones ni tener unos gastos de más, como nosotros, porque no les llega ni siquiera para la vida normal de cada día, a causa del paro y de toda la crisis económica, que está golpeando duramente en ellos.

    Por eso sería bueno que también convirtiéramos la vacaciones en un periodo de solidaridad con los más necesitados, que supiéramos prescindir de algunos gastos superfluos que no nos suponen el no poder estar y disfrutar de este tiempo vacacional, pero que van a permitir a otros llevar con un poco menos de peso su situación, si somos capaces de destinarlo a ayudar a aquellos que sabemos que lo están pasando realmente mal.

    Jesús es el que siembra la Palabra en el corazón del hombre y este es bueno, malo o regular terreno, apto o no apto para producir fruto o que la semilla se quede estéril por mal terreno

    Si fuéramos capaces de hacerlo estaríamos poniendo en su sitio la centralidad de la persona, cuya valoración demostramos en la medida de que seamos capaces de compartir con otras personas más necesitadas que nosotros, algo de lo nuestro, algo de lo que alegremente gastamos por el hecho de estar de vacaciones, que no nos aportan prácticamente nada a nosotros y que sí somos capaces de compartirlo con otros más necesitados, personas y familias que viven con dolor su situación. Les ayudaríamos, y mucho, a salir adelante.

    La crisis actual está reclamando de nosotros un cambio de modelo de vida, la existencia en nuestras vidas de una nueva escala de valores que tenga como prioridad a la persona, la vida, la familia, el respeto por los demás, la solidaridad y un largo etcétera de valores que hemos de cultivar en nosotros, haciendo que el tener, el dinero y los medios económicos estén al servicio de la persona y de todos los demás valores esenciales al ser humano.

    No olvidemos a tantas personas, a tantas familias que no podrán tener vacaciones y se conformarían con tener para salir adelante con lo necesario para vivir. Compartamos con ellos algo de lo nuestro, para que su angustia sea un poco menor, su preocupación se vea aliviada y sean un poco menos infelices. Nosotros también nos sentiremos mejor, porque teniendo la suerte de disfrutar de unos días de descanso sabemos que, con nuestra solidaridad, vamos a ayudar a que alguien sea un poco más feliz de lo que hubiera sido, si nosotros nos hubiéramos cerrado en nosotros mismos y egoístamente no les hubiéramos tenido en cuenta.

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