En el último domingo del año litúrgico la Iglesia celebra la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo.
Durante todo el año hemos ido celebrando las distintas fiestas del Señor: nacimiento, muerte y resurrección, como las principales. Al finalizar el año queremos proclamar a Cristo, rey de todo y de todos; Cristo, Rey del universo.
Es esta una fiesta que tiene perfecto sentido porque en ella y con ella queremos decirle a Cristo que Él es nuestro rey.
El reino y reinado de Cristo es un reino y un reinado con unas connotaciones especiales. Los reyes de la tierra reinan desde palacios, con grandes lujos y ricos tronos con una gran servidumbre a su servicio. Cristo reina desde la cruz, ella es el trono real de Cristo porque Él se convierte en rey del universo porque ha sido capaz de entregar su vida en la cruz por la salvación de todo y de todos.
Los reyes de la tierra están rodeados de personas que les sirven. Cristo ha venido a este mundo, no para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.
El reinado de los reyes terrenos es un reinado de poder sobre los demás, el reino de Cristo es un reino de justicia y santidad, un reino de verdad y de vida, un reino de amor y de paz.
Tener a Cristo como rey del universo y por lo mismo, como rey de todos y cada uno de nosotros, significa que en nuestra vida tratamos de encarnar todas las connotaciones y prerrogativas de su reino:
Cristo, que reina desde el servicio y el amor a Dios y a los hermanos, nos llama a ser servidores nosotros de Dios y de los demás.
Cristo, cuyo reinado es un reinado de justicia y santidad, nos está llamando a todos a ser santos, a tratar de conseguir que un día podamos reinar con Él entre los santos, porque tratamos de hacer de nuestra vida aquí en la tierra una vida de santidad.
Cristo, que es la verdad, que vino a ser testigo de la verdad e inaugura un reino de verdad, nos llama a todos a vivir desde la verdad, desde la verdad de Dios que nos hará libres.
Pertenecer al reino de Cristo y querer que Él sea nuestro rey no es una teoría, ni una ideología, es un estilo de vivir
Cristo, que nos dejó su mandamiento nuevo de amarnos los unos a los otros como Él nos amó, inaugura en su vida un reino de amor y de paz, que nosotros hemos de vivir también para poder pertenecer a ese mismo reino de amor y de paz con los demás.
Pertenecer al reino de Cristo y querer que Él sea nuestro rey no es una teoría, ni una ideología, es un estilo de vivir, siguiendo en todo momento sus huellas y haciendo de nuestra vida un canto a la santidad y a la vida, siendo testigos de la Verdad que es Él y amando a Dios y a los hermanos como Él lo hizo.
Cristo, que es la verdad, que vino a ser testigo de la verdad e inaugura un reino de verdad, nos llama a todos a vivir desde la verdad, desde la verdad de Dios que nos hará libres
Las exigencias del reino de Cristo son aquellas que nos identifican como seguidores suyos: si somos capaces de vivir al servicio de lo que Dios nos pida en cada momento, si somos capaces de encarnar en nuestra vida su mismo estilo de servicio a los demás desde la verdad, la justicia, el amor y la paz, y somos testigos para los demás de este estilo de vida, Cristo está reinando en nuestro corazón y en nuestra vida.
Examinémonos a ver desde dónde estamos viviendo, si desde la verdad, la justicia, el servicio, el amor y la paz, que son las notas características del reino de Cristo; o estamos viviendo desde las prerrogativas del mundo: la mentira, el engaño, la injusticia y el pecado, el rencor y el servirnos de los demás para nuestro provecho.
Si descubrimos que nuestra vida está salpicada de estas prerrogativas mundanas, pongamos todo lo que esté en nuestra mano para cambiar nuestra vida y pidamos a Señor que nos dé fuerza para seguirle desde el estilo de vida que É pone para sus seguidores y súbditos, haciendo nuestra vida un canto al servicio, a la santidad, a la verdad, al amor y a la paz, porque solo así estamos dejando que Cristo sea nuestro rey.
+ Gerardo
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