El año litúrgico está dividido en varios tiempos en los que conmemoramos un hecho importante de nuestra vida cristiana y de nuestra vida de relación con Dios, que reclama de nosotros unas actitudes concretas con las que vivir las exigencias de los mismos: el Adviento, la Navidad, la Cuaresma, la Pascua y el Tiempo litúrgico Ordinario.
Cada uno de estos tiempos litúrgicos tiene un significado y nos llaman a encarnar en nosotros como creyentes unas mismas actitudes concretas.
En este domingo comenzamos el tiempo litúrgico del Adviento: un tiempo de expectación y esperanza, de espera de la venida del Salvador.
El Adviento tiene un triple significado y el triple significado pide de nosotros una misma actitud con la que vivirlo.
En el Adviento celebramos el recuerdo y la conmemoración de la primera venida de Cristo al mundo. Recordamos y conmemoramos que el Hijo de Dios, en ese momento culminante de la historia, puso su tienda entre nosotros y lo hizo por nuestra salvación y para darnos el mensaje de amor del Padre que tanto nos amó que nos envió a su propio Hijo.
Dios había ido preparando a su pueblo por medio de su amor e incluso de sus castigos pedagógicos, había acompañado en todo momento a su pueblo, había enviado a los profetas para recordar a su pueblo el camino por el que debían caminar y las actitudes que debían vivir para preparar la llegada del salvador definitivo, el salvador que les liberaría de todas sus esclavitudes.
El recuerdo de esta primera venida de Cristo nos pide que avivemos en nosotros aquellas actitudes que los profetas recordaron a su pueblo. Pone como modelos de espera los modelos de María, su madre; de Juan el Bautista, que anunció la inminente llegada y de los profetas.
En este domingo comenzamos el tiempo litúrgico del Adviento: un tiempo de expectación y esperanza, de espera de la venida del Salvador
En el recuerdo y en los modelos que esperaron al Salvador, recibimos nosotros la llamada a vivir nuestra vida con verdadera esperanza, convirtiendo nuestra forma de vivir de acuerdo con las actitudes que los profetas y Juan pedían a su pueblo y la Virgen encarnó en todo momento: llena de fe, de amor y de esperanza.
Un segundo significado del Adviento es el de la llegada de Dios a cada uno de nosotros. Dios no solo se encarnó hace 2019 años, Dios se sigue encarnando en cada uno de nosotros, Dios quiere entrar en nuestra vida y transformarla de acuerdo con el estilo que Cristo vino a predicar, de amor a Dios y a los hermanos.
También con este significado del Adviento como preparación para que Cristo nazca en cada uno de nosotros pide de nuestra vida las mismas actitudes de conversión, de esperanza, de fe y de amor.
Cristo nacerá de verdad en nuestros corazones si en nosotros somos capaces de acogerle y vivir en nuestra vida el mismo estilo de vida de Jesús, que se resume en la vivencia del amor al Padre de Dios y de caridad con los hermanos.
Y un tercer significado del Adviento como tiempo de esperanza es que nos preparamos para la definitiva venida de Cristo al final de los tiempos, que pide de nosotros que estemos en vela, que no nos dejemos llevar ni vivamos desde actitudes mundanas, que no nos quedemos dormidos en las llamadas del mundo a la comodidad y el placer pasajero, porque a la hora que menos pensemos viene el Hijo del hombre.
En el recuerdo y en los modelos que esperaron al Salvador recibimos nosotros la llamada a vivir nuestra vida con verdadera esperanza
Esta definitiva venida de Cristo a nosotros nos está pidiendo que encarnemos en nosotros aquellas actitudes que Cristo nos pone como su estilo propio y que vivamos el espíritu de las Bienaventuranzas, viviendo nuestra vida desde la fe y la esperanza, sabiendo que un día se nos pedirá cuenta de lo que hemos hecho y vivido y nos preguntarán sobre todo si hemos amado o no a Dios y a los hermanos.
Vivamos en este Adviento esta triple significación y convirtamos nuestra vida de acuerdo con el estilo que Cristo quiere de nosotros.
+ Gerardo
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