Mañana día 1 de mayo celebramos la festividad de san José Obrero, la fiesta del Trabajo.
San José es un trabajador. Todos lo reconocen como el artesano, el carpintero, que gana el pan para él y para su familia con el sudor de su frente.
Esta faceta de san José nos recuerda hoy a todo el mundo del trabajo y nos ayuda a encomendarle a Él a todo este mundo laboral, para que, lejos de ser un mundo explotación de la persona, sea el trabajo un medio a través del cual se dignifica y se valora a la persona.
La crisis económica ha ido creando una situación laboral realmente lamentable. La crisis actual no es solo crisis económica, es una crisis de valores, en la que se ha perdido el respeto a la persona; en la que se ha idolatrado el dinero y el trabajo como medio de conseguirlo; en la que el hombre se ha esclavizado por ambos; en la que la avaricia de unos cuantos ha producido que se haya llegado a esta situación laboral lamentable actual. Es decir, la crisis económica está sustentada por toda una crisis mucho más amplia e importante que es la crisis de valores
Benedicto XVI decía en la homilía de la festividad de san José a los obreros en Roma: «La realidad del trabajo está situada hoy en el centro de cambios rápidos y complejos. La Biblia, en diferentes páginas, muestra cómo el trabajo pertenece a la condición originaria del hombre. Cuando el Creador hizo al hombre a su imagen y semejanza, le invitó a trabajar la tierra (Gn 2,5-6). Fue a causa del pecado de nuestros padres que el trabajo se transformó en fatiga y dolor (Gn 3, 6-8), pero en el plan divino aquél mantienen inalterado su valor. El propio Hijo de Dios, haciéndose en todo semejante a nosotros, se dedicó durante muchos años a actividades manuales, tanto, como para ser conocido como el «hijo del carpintero» (Mt 13, 55).
El trabajo reviste una importancia de primer orden para la realización del hombre y para el desarrollo de la sociedad, y por esto, es necesario que aquél se organice y desarrolle siempre en el pleno respeto de la dignidad humana y al servicio del bien común.
La actividad laboral debe servir al verdadero bien de la humanidad, permitiendo «al hombre, como individuo y como miembro de la sociedad, cultivar y realizar íntegramente su plena vocación» (Gaudium et spes, 35).
El trabajo debe estar al servicio del hombre y nunca al revés. «También la vida económica y social debe respetar y promover la dignidad de la persona humana, su entera vocación y el bien de toda la sociedad, por que el hombre es el autor, el centro, y el fin de toda la vida económico-social» (GS 63)
«Por ello la Iglesia debe recordar constantemente que el desarrollo no debe entenderse en un sentido exclusivamente económico, sino mas bien en un sentido integralmente humano» (Catecismo 29).
Estos textos vienen a decirnos que el aspecto socioeconómico debe estar al servicio del hombre, y no al revés. Que el centro no debe ser lo económico en torno a lo cual gire el hombre, sino que debe ser lo económico lo que gire y sirva al hombre.
¿Todo esto qué quiere decir hoy para nosotros?:
Que hemos de luchar y poner todo lo que esté en nuestras manos para que el paro actual desaparezca.
Que hemos de saber situar el trabajo en el lugar que le debe corresponde en el desarrollo de la persona y de la sociedad.
Que el trabajo debe estar al servicio de la persona y nunca al revés.
Que san José Obrero, patrón del mundo del trabajo, nos ayude a lograr lo que más necesitemos en este momento: que el trabajo sea posible para todos, que este trabajo sea dignificante de la persona y al servicio del bien común de la sociedad.
+ Gerardo
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