La vivencia del evangelio y del estilo de vida que pide Jesús en sus seguidores, siempre suscita en los demás sorpresa y juicios falsos sobre quienes se lo toman en serio, y mucho más en este mundo que trata de prescindir de Dios en su vida y vive sin dar importancia a la fe. Es más, se practica el convencimiento de que no se puede ser feliz si se es creyente.
Estos mismo le sucedió a Jesús y él ya se lo dijo a los apóstoles, les advirtió de lo que iba a sucederles: «Recordad lo que os dije: “No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra» (Jn 15, 20).
Seamos valientes para vivir nuestro estilo peculiar de vida como seguidores y discípulos suyos y nos convertiremos en su madre, sus hermanos y hermanas, porque cumplimos la voluntad, lo que Dios Padre quiere de nosotros
El pasaje del evangelio que hoy proclamamos en la eucaristía de este domingo, del Evangelio de Marcos, en el capítulo 3, dice textualmente: «Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí. Y los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: “Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios”. Él los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas: “¿Cómo va a echar Satanás a Satanás?»
También nosotros, como Jesús en el evangelio, nos vamos a encontrar con familiares, amigos y vecinos, que no se van a creer que Cristo para nosotros sea muy importante y que van a pensar que no estamos en nuestros cabales o que alguien nos ha engañado.
En el evangelio proclamado, los que ven lo que Cristo hace, lo malinterpretan y lo calumnian diciendo que hace lo que hace porque lo hace con el poder de Belzebú, el príncipe de los demonios.
A nosotros, si somos fieles a lo que el Señor nos dice y nos pide estos días y respondemos al amor de Dios que nos ha llenado nuestra alma, habrá quien nos malinterprete y diga que alguien nos ha «comido el coco» y que nos han engañado, pero si seguimos viviendo en vuestra vida lo que sabemos que es lo que el Señor nos ha mandado, al final van a descubrir ellos también a Dios, que es quien actúa en nosotros.
A nosotros, si somos fieles a lo que el Señor nos dice y nos pide estos días y respondemos al amor de Dios que nos ha llenado nuestra alma, habrá quien nos malinterprete y diga que alguien nos ha «comido el coco»
Por eso es tan importante que vivamos nuestra vida cristiana en toda su exigencia y que nos esforcemos en renovarnos cada día, para que con nuestro estilo nuevo de vida, podamos ser para todos un auténtico testimonio que los anime a vivir de la misma manera que ven que en nosotros.
Al final del pasaje del evangelio, alguien se presenta ante Jesús para decirle: «Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan». Él les pregunta: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?» Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».
Su familia es todos los que cumplen la voluntad de su Padre. Jesús, así, nos hace de su familia. La vida cristiana no es sino eso: el cumplimiento de la voluntad de Dios Padre en nuestra vida.
Seamos valientes para vivir nuestro estilo peculiar de vida como seguidores y discípulos suyos y nos convertiremos en su madre, sus hermanos y hermanas, porque cumplimos la voluntad, lo que Dios Padre quiere de nosotros.
+ Gerardo
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