No temáis, os traigo una gran noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoy en la ciudad de David os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor» (Lc 2,10-11).
Este es el anuncio que el ángel lleva a los pastores que guardan sus ganados cerca de Belén. Un anuncio que ellos reciben y aceptan llenos de alegría.
Nosotros recibimos en esta noche este mismo mensaje: el mismo Hijo de Dios, que hace 2023 años se encarnó en el seno de la Virgen María y nació en el portal de Belén quiere encarnarse hoy en cada uno de nosotros, quiere nacer en nosotros y para nosotros, quiere entrar en nuestro corazón para transformarnos.
Pero es necesario que nosotros lo dejemos entrar en nuestra vida porque hoy hay mucha gente que no deja entrar a Dios en su vida, que se resiste porque no quiere vivir de acuerdo con lo que él nos pide, porque creen que eso no les sirve para nada, porque ni les da más dinero, ni más poder, ni más placer.
A los que lo recibieron con el corazón abierto como los pastores y todos cuantos lo recibieron, les dio poder para ser hijos de Dios.
A nosotros nos ha hecho sus hijos por el bautismo, pero quiere entrar de verdad en nosotros para que sintamos la alegría de ser hijos de Dios, para que logremos encontrar sentido a nuestra vida, a tantos y tantos momentos duros de la vida, que sin la fe no encuentran sentido.
Por eso hoy es una gran noticia para nosotros también el saber que el mismo Hijo de Dios que nació en el portal de Belén, ha nacido en nosotros y para nosotros. Por eso, también con los ángeles podemos sentir en nosotros el cántico suyo: Gloria Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
La venida de Cristo al mundo es fruto del amor de Dios al hombre: «Tanto amó Dios al hombre que envió a su propio Hijo, para que se hiciera uno de nosotros para que nosotros llegáramos a ser hijos de Dios»(Jn 3, 16-21).
La venida de Cristo a nosotros es igualmente fruto del gran amor que él nos tiene. Porque, a pesar de nuestros pecados e infidelidades, Dios quiere acompañarnos siempre, el Hijo de Dios encarnado sigue llamando a la puerta de nuestro corazón para le abramos y pueda entrar para darnos todo lo que más necesitamos, para conseguir la verdadera alegría.
En esta Nochebuena y la celebración de la Navidad el Señor nos llama a que abramos nuestro corazón, de par en par, para que el Señor entre en cada uno de nosotros y nos transforme, de tal manera que vivamos nuestra vida como verdaderos hijos de Dios.
Los pastores no solo recibieron la noticia del nacimiento del Salvador y la guardaron para ellos solos, también la comunicaron a los demás. También nosotros debemos de ser portadores y comunicadores a los demás de esta gran alegría y de la presencia de Dios en nosotros, para que los demás puedan descubrirle a través de nosotros y puedan experimentar la misma alegría en su vida.
Nuestro mundo está necesitado de testigos de la presencia de Dios en él. Nuestras familias necesitan abrirse a Dios y recibir en ellas al Salvador y nosotros tenemos que ser quienes seamos testigos de la presencia de Dios, recibiéndolo y aceptándolo en nosotros.
El nacimiento de Cristo y su encarnación en cada uno de nosotros nos compromete a vivir nuestra vida como verdaderos hijos de Dios y a ser testigos de nuestra condición e identidad. A ser testigos para los demás de la vida de Dios en nosotros y que ellos también se animen a recibirlo y vivir las exigencias y el estilo de los hijos de Dios.
Vivamos esta Nochebuena y esta Navidad con esta alegría santa, porque el hijo de Dios vive en medio de nosotros, porque ha querido hacerse uno de nosotros para que nosotros lleguemos a ser hijos de Dios. Quiere que lo recibamos y así podamos ser transformados por Él en sus seguidores y en los pregoneros de su presencia en el mundo.
Felices Nochebuena y Navidad cristianas para todos.
+ Gerardo
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