Como cada año, en el mes de noviembre, la Iglesia en España celebra el Día de la Iglesia Diocesana. Este año, lo celebramos este 12 de noviembre, domingo XXXII del Tiempo Ordinario.
Con esta celebración anual queremos concienciar a todos los cristianos y hombres de buena voluntad de la gran labor que la Iglesia realiza, para anunciar a Jesucristo y llevar su mensaje salvador al corazón del mundo. Queremos, igualmente, dar a conocer la labor de la Iglesia para que sea valorada por todos los cristianos y se sientan involucrados en la misma, como parte de la Iglesia que somos, colaborando en la parte que nos corresponde para ser corresponsables de la misión que tiene toda la Iglesia de la que ellos forman parte.
Esta celebración del día de la Iglesia diocesana nos esta haciendo una llamada a todos y cada uno de los cristianos para que examinemos en qué medida nuestra participación en la vida de la Iglesia, de la diócesis y la parroquia es una participación viva, generosa y comprometida en la misión de la Iglesia entera. La celebración del día de la Iglesia diocesana nos hace a todos los cristianos una llamada clara a responder a la responsabilidad que tenemos dentro de ella, para ofertar y poner en juego lo mejor de nosotros mismos, para que el mensaje salvador de Cristo llegue a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos y de todos los rincones de la tierra.
La misión que la Iglesia ha recibido de parte del mismo Cristo y en la que debemos involucrarnos todos los creyentes en Cristo es dar a conocer su vida y su mensaje a los hombres de todos los lugares y de todos los tiempos para que, conociéndolo, lo amen y, amándolo, conviertan sus vidas según la llamada de dicho mensaje de salvación. El Señor puedan salvarnos.
Este año 2023 celebramos en toda la Iglesia en España el día de la Iglesia Diocesana con el lema
Orgullosos de nuestra fe.
Cuantos confesamos nuestra fe y tratamos de vivirla en nuestra vida nos sentimos orgullosos de habernos encontrado con Cristo y, con Él, haber encontrado sentido a nuestra vida.
Cuando confesamos nuestra fe y tratamos de vivirla en nuestra vida nos sentimos orgullosos de habernos encontrado con Cristo
Cuando somos capaces de vivir y testimoniar nuestra fe podemos comprobar que nuestra vivencia y testimonio constituyen lo mejor que ha podido sucedernos en la vida, porque nos hacen vivir nuestra vida desde otros criterios y con otros valores distintos de los que ofrece la sociedad actual, llenando de satisfacción y sentido nuestra vida.
Como cristianos y creyentes, conscientes de nuestra fe en Jesús, debemos agradecer, en primer lugar, a Dios, nuestra fe, porque es siempre don y regalo de Dios, al que nosotros aportamos nuestra disposición para acogerla y el compromiso de vivir de acuerdo con lo que dicha fe nos pide.
También hemos de agradecérsela a la comunidad cristiana, porque la fe recibida de Dios la vivimos y alimentamos en la comunidad cristiana, en la parroquia, en la diócesis que nos proporciona todos los recursos necesarios, personales y de todo tipo para que, quienes hemos recibido esa fe, recibamos también la formación y cuanto sea necesario, en orden a lograr su maduración y su vivencia plena.
La comunidad cristiana, la parroquia, la diócesis, nos acompañan durante toda nuestra vida
La comunidad cristiana, la parroquia, la diócesis, nos acompañan durante toda nuestra vida en todo nuestro itinerario cristiano, desde que nacemos, con el bautismo, hasta que terminamos nuestro caminar por esta vida, cuando nos pone en manos de Dios.
Cuantos formamos la Iglesia, la diócesis, la parroquia y la familia cristiana debemos ser conscientes y consecuentes con el don de la fe recibido de Dios y el acompañamiento que la Iglesia, la diócesis y la parroquia nos proporcionan. Debemos comprometernos en la misión de toda la Iglesia, de la diócesis y de la parroquia, y ser miembros vivos, generosos y comprometidos en dicha tarea.
Podemos sentirnos orgullosos de nuestra fe viviendo de acuerdo con lo que ella nos pide, dejándonos transformar por el querer y el sentir de Dios y respondiendo con generosidad a la misión que Cristo ha dado a la Iglesia. De esa misión, nosotros, por el bautismo, participamos y la hemos de tener presente como realidad importante en toda nuestra vida.
+ Gerardo
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