Corazones ardientes, pies en camino. Con este lema celebramos la Jornada Mundial de las Misiones de este año en toda la Iglesia.
Los misioneros son personas con el corazón lleno de amor, lleno de fervor, fervientes y ardientes por el amor al Señor y a los que necesitan que se les anuncie el evangelio. Ellos responden con generosidad a la llamada.
Desde el corazón lleno de fe y de fervor por dar a conocer al Señor y su mensaje salvador, descubren su vocación de entrega al servicio del anuncio del Señor a los hermanos que no lo conocen.
Movido por el ardor evangelizador que quema su corazón, no les importa salir de su tierra, dejar familia y todo cuanto puede atarlos en la tierra para dedicar su vida al servicio de la extensión del reino por medio del anuncio del Evangelio, con su palabra y con su entrega a la misión y el testimonio de su fe y de su vida.
La Iglesia está hoy muy necesitada, tanto en la Europa tradicionalmente cristiana como fuera de ella, de corazones fervientes, corazones entusiastas y llenos de ardor evangelizador que entreguen su vida y todas sus energías al servicio del anuncio del evangelio.
Por eso, no solo son misioneros hoy los que van a países lejanos, llamados de misión ad gentes, sino que el concepto de misión se ha ampliado considerablemente, porque una de las características que afecta a toda la evangelización actual es que debe ser una «evangelización misionera», es decir, que debe ser una evangelización y una Iglesia evangelizadora en salida, que sale a buscar a los que no conocen a Cristo, a los que lo conocen pero no lo siguen, a quienes lo conocen y lo siguen, pero a su manera, de forma descafeinada, que no llama la atención a nadie, y a los que lo conocieron pero viven como si no lo hubieran conocido ni le conocieran.
Por eso, todos los que aquí entregamos nuestra vida al anuncio del evangelio, en la vieja España que, en otro tiempo, fue modelo de fe cristiana y protagonista de evangelización, pero que hoy se ha descristianizado, y los que están evangelizando lejos de ella, pero con la misma misión y con la misma respuesta generosa al Señor, estamos unidos en la misma misión, tenemos el mismo Dios que anima nuestros esfuerzos y nuestro ardor y entusiasmo evangelizador. Debemos orar unos por otros, para que en todo el mundo se siga anunciando el evangelio a pesar de las dificultades que en cada lugar y momento encontremos para ello.
Seamos todos, estemos donde estemos, «corazones ardientes, pies en camino»
Todos somos misioneros, porque todos hemos sido llamados a ser portadores del mensaje de Cristo al corazón del mundo, que decía san Juan Pablo II.
Por eso, hoy, Jornada Mundial de las Misiones, recordamos con mucho cariño a todos cuantos, siguiendo la llamada de Dios y llenos de un corazón ferviente y generoso, tienen sus pies puestos por los caminos del mundo, sirviendo al Señor y a los hermanos y anunciándolo en tierras lejanas. Pero nos unimos también a todos cuantos, cerca de su tierra y de su patria, anuncian y dedican su vida al anuncio misionero de Jesucristo y su mensaje entre los suyos.
A todos se nos pide que sigamos siendo generosos y llenos de impulso y de ardor en la misión que llevamos entre manos y caminemos por los caminos por los que Dios nos ha llamado. Siendo, los de allá, un modelo de entrega y generosidad y, nosotros, los de aquí, que tratamos de anunciar y ser testigos de fe entre los nuestros, que nos sintamos todos en la misma barca. Que, con un corazón ardiente y lleno de fervor, sigamos apoyados los unos en los otros y todos en el Señor.
Queridos misioneros: no os sintáis nunca solos
Queridos misioneros, los de lejos y los de cerca: no os sintáis nunca solos, porque nunca lo estamos, el Señor nos sigue acompañando y sigue haciendo camino con nosotros. Como a Jeremías, cuando le llama a ser profeta para que trasmita a su pueblo lo que Dios quería decirle, también a nosotros nos dice : «No tengas miedo, porque yo estoy contigo». O, como les dijo Jesús a sus apóstoles cuando los envía a la misión de anunciar el evangelio a todas las gentes: «Porque yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).
Seamos, todos, estemos donde estemos, «corazones ardientes, pies en camino».
+ Gerardo
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