Estamos en la última semana de Cuaresma, de este tiempo de conversión y preparación para la Pascua.
Tal vez no hemos acabado de lograr los objetivos que nos habíamos propuesto para este tiempo de Cuaresma y podemos hacer un último esfuerzo para lograrlos.
Seguro que, estemos donde estemos en este itinerario cuaresmal, esta última semana podemos aprovecharla e intentar lograr completar el itinerario pensado, haciendo por nuestra parte un esfuerzo especial en esta semana y aumentando nuestra oración al Señor para que nos siga ayudando en el logro de lo que habíamos pensado que debía ser nuestra conversión.
Ya la próxima semana entramos en la semana grande de la fe. La Semana Santa en la que conmemoramos los misterios de la pasión, muerte y resurrección del Señor.
Es una semana de recogimiento, de oración especial a Cristo que muere por nuestra salvación y resucita para que también nosotros seamos capaces de morir con Él a todo lo que haya en nuestra vida de pecado, y podamos también resucitar con Él a una vida nueva de resucitados a la gracia y a la vida divina, que el Señor nos ha ganado con su muerte y su resurrección.
No podemos hacer de las procesiones un espectáculo, sino que tienen que ser de verdad la expresión de la fe que todos y cada uno vivimos
Cristo nos ha acompañado durante todos estos cuarenta días que suponen la Cuaresma, cada día nos ha llamado a la conversión como preparación a los grandes misterios que se aproximan, nos ha ofrecido todo lo necesario para responder positivamente a lo que pide nuestra vida de conversión. Seguro que nosotros también hemos puesto interés y esfuerzo de nuestra parte, pero aún nos queda mucho que convertir en nuestra vida de acuerdo con los planes de Dios. Por eso, hemos de aprovechar esta última semana de Cuaresma para lograr nuestra conversión y estar así preparados para vivir desde la fe los misterios de su muerte y resurrección, muriendo nosotros al pecado y a todo lo que nos separa de Dios y de los hermanos, y logrando resucitar con Él a esa vida nueva.
Proyectemos en esta última semana de Cuaresma cómo queremos vivir la Semana Santa y los grandes misterios que celebramos en ella, teniendo presente sobre todo una cosa muy importante: nuestras procesiones tendrán sentido auténtico si vivimos desde la fe las celebraciones litúrgicas que conmemoran los misterios de la muerte y resurrección del Señor. Luego, lo que hemos celebrado en la iglesia, lo expresamos en la calle con las procesiones.
No podemos hacer de las procesiones un espectáculo, sino que tienen que ser de verdad la expresión de la fe que todos y cada uno vivimos en las celebraciones de la muerte y de la resurrección del Señor. Solo lo serán si lo vivimos antes en las parroquias, en las celebraciones litúrgicas del jueves, viernes y en la Pascua de Resurrección, en la Vigilia Pascual y en el Domingo de Resurrección.
Nuestras procesiones tendrán sentido auténtico si vivimos desde la fe las celebraciones litúrgicas que conmemoran los misterios de la muerte y la resurrección del Señor
Por eso es tan importante que esta semana última de Cuaresma la dediquemos a pensar y hacer un proyecto de cómo queremos vivir el Triduo Pascual desde la liturgia y desde las manifestaciones externas en la calle de estos misterios. Si no vivimos personalmente en la Iglesia el profundo significado que tienen las celebraciones litúrgicas del Triduo Pascual, no tienen sentido, a nivel cristiano, las manifestaciones externas con las procesiones que podamos tener en las calles. Éstas tienen perfecto sentido cuando son la manifestación y el testimonio de la fe, que expresan lo que hemos vivido antes en las celebraciones litúrgicas.
Preparemos la vivencia auténtica de todo lo que se celebra en la Semana Santa, pero sin excluir nada, ni la vivencia personal de la fe en las celebraciones litúrgicas, ni las manifestaciones en la calle de esa fe con nuestras procesiones.
+ Gerardo
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