Frenar la desigualdad está en tus manos

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    Con el lema Frenar la desigualdad está en tu manos, Manos Unidas quiere ayudar a la concienciación de todos los seres humanos de esta gran desigualdad que existe en el mundo: a unos les sobra todo y a otros les falta lo más importante para vivir y poder llevar una vida digna.

    Cuando nos asomamos a la ventana de la televisión en los telediarios del mediodía o en otros medios de comunicación, se nos muestran imágenes de personas, niños y demás colectivos que pasan hambre. Nos sentimos mal al verlas, sentimos en nosotros lástima y una cierta rabia de que esto sea así en pleno siglo XXI. Pero tal vez nuestro compromiso no va más allá de esa lástima por aquellos que en el mundo están muriendo de hambre, mientras que a nosotros nos sobra tanto en nuestra vida, tantas cosas que no son necesarias para vivir y vivir bien, mientras a otros les está faltando lo más elemental de la vida que es tener algo con lo que saciar su hambre, no solo de pan, que también, sino de otras muchas necesidades que no pueden cubrir.

    Combatir el hambre en el mundo debe ser un proyecto de todos

    Junto a este malestar que suscitan en nosotros estas imágenes de tantos seres humanos que en pleno siglo XXI están pasando tanta necesidad, aparece en nosotros el afán de buscar culpables, y entonces pensamos en los poderosos, en las grandes potencias, en lo políticos, en los grandes dirigentes del mundo o en las grandes fortunas como culpables de esta situación. Es verdad que tienen una gran responsabilidad, pero nosotros no podemos quedarnos fuera porque esta desigualdad tan tremenda también esta en nuestras manos que desaparezca y que podamos frenarla también depende de nosotros.

    ¿Cuándo vamos a tomar conciencia de que la erradicación de esta gran desigualdad que existe en el mundo entre los que tenemos de todo y aquellos que a los que les falta lo más imprescindible para vivir, la hemos creado entre todos y que todos debemos implicarnos en frenarla con nuestro compromiso y con nuestra concienciación y nuestro trabajo concienciador en los demás, hasta que desaparezca?

    No se trata solo de sentirnos culpables de la situación de pobreza por la que atraviesan millones de personas, se trata más bien de que nos sintamos solidarios y vivamos esta solidaridad, cada vez más, en esta tarea y proyecto de acabar con el hambre en el mundo.

    Nadie puede ser indiferente al problema del hambre en el mundo

    Este es un problema eminentemente humano y a todos, como miembros de esta humanidad, nos gustaría lograr un mundo más humano, más justo, más solidario y fraterno, en el que lográramos una auténtica globalización de la justicia, de la solidaridad, de la igualdad y una economía de rostro humano, donde la persona sea el centro de la liberación del capitalismo salvaje que campa a sus anchas, enriqueciendo a unos pocos y sumiendo en la pobreza o en la miseria a la mayoría.

    Este mundo en el que soñamos no se va a construir él solo, y por otra parte, tampoco es imposible. Es posible, pero depende del compromiso de todos y cada uno de nosotros, si asumimos que tenemos mucho que aportar para frenar esta desigualdad que origina el hambre en el mundo. Nuestra colaboración y nuestro compromiso es importante para frenar esta lacra humana y suprimir este auténtico escándalo en una sociedad avanzada como la nuestra.

    Existen en el mundo más de mil trescientos millones de pobres, que están clamando una respuesta de parte de quienes tenemos tanto que nos sobra. Manos Unidas, año tras año, sigue luchando para que tomemos conciencia de este gran problema y luchemos y pongamos de nuestra parte todo lo que podamos y debamos para frenar el hambre en el mundo, porque combatir el hambre en el mundo debe ser un proyecto de todos.

    Para ello no sirve solo la compasión y quedarnos ahí solo cuando contemplamos las imágenes de la hambruna en el mundo. Es necesario que ese sentimiento de compasión lo traduzcamos  en compromiso solidario, en rascarnos la conciencia y el bolsillo y ofrecer para esta causa lo que en conciencia creamos que debemos ofrecer.

    Nadie puede ser indiferente al problema del hambre en el mundo, pero los creyentes en Jesús mucho menos. Nosotros debemos sentirnos llamados a implicarnos en el problema desde nuestra misma fe en Cristo, que nos dice: Lo que hicisteis con uno de estos conmigo lo hicisteis (Mt 25, 40).

    Tendamos todos la mano a los hermanos necesitados, porque en la mano del hermano nos vamos a encontrar con la mano de Dios que se identifica con ellos.

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