Una vez más quiero volver a reflexionar sobre la importancia de la pastoral vocacional en la diócesis.
Todos somos conscientes de la apremiante necesidad de las vocaciones sacerdotales en nuestra diócesis y en la Iglesia entera, y de la importancia de acertar con los caminos adecuados para la promoción de la pastoral vocacional.
Hoy quisiera presentaros algunos caminos concretos para encauzar la estrategia de nuestro trabajo en pro de las vocaciones sacerdotales.
Está cada día más claro que tenemos que estar atentos a los signos de los tiempos y plantear una pastoral vocacional diversificada para atender a las diversas situaciones y cuidar los diversos medios de animación vocacional:
El Seminario Menor
El Señor puede seguir llamando a los niños, como hizo con Samuel (cfr. 1Sam 3, 4); y hoy más que nunca, es necesario esmerarse para que nuestro Seminario Menor sea el lugar adecuado en el que esa llamada pueda madurar, máxime teniendo en cuenta el ambiente secularizado que nos rodea.
Los niños que acceden al Menor, en general, no son presentados orientados y acompañados por sus sacerdotes, salvo honrosas excepciones. Mayoritariamente, han sido conducidos exclusivamente por sus familias.
Obviamente, tenemos que trabajar para subsanar este defecto de partida y que cada vez sean más los sacerdotes los que busquen, animen a niños y familias y los presenten y acompañen.
Grupos de monaguillos
Este es uno de los instrumentos más eficaces para procurar esa cantera de los candidatos al Seminario Menor. Supone una cuidada pastoral con los monaguillos.
La cercanía de los monaguillos al sacerdote, el cuidado de la liturgia, la vivencia intensa de los sacramentos, los encuentros organizados por la pastoral vocacional diocesana para los monaguillos, crean las condiciones necesarias para que algunos de estos niños puedan pedir su ingreso en el Seminario Menor.
Encuentros de adolescentes
Como es lógico, también tenemos que trabajar con los adolescentes que no están integrados en el Seminario Menor, y que pueden ser también llamados por el Señor.
Nuestra preocupación por ellos y por ayudarlos a descubrir su vocación debe estar muy presente en las catequesis de preparación para la recepción del sacramento de la Confirmación y después de la recepción del mismo y cuando descubramos a alguien que se le pueda orientar por ese camino, hablar, debemos hablar con los padres, con el equipo de los formadores del Seminario para que lo ayuden a discernir la vocación
Seguimiento de jóvenes maduros
También podemos encontrar jóvenes, ya maduros, que se están planteando la vocación. Uno de los signos de los tiempos de nuestra sociedad es el retraso.
Cuando en nuestras familias y en nuestras parroquias haya alguien ya de una edad madura que creemos que se está planteando esta vocación sacerdotal, es muy importante el contacto con ese joven o con el equipo de formadores del Seminario y que sean ellos los que lo ayuden en cuanto necesite para hacer un buen discernimiento y se atreva a tomar esta decisión.
Oración y celo sacerdotal
El secreto de las diócesis que tienen muchos seminaristas está en que hay en ellas un grupo numeroso de sacerdotes enamorados de su sacerdocio y del seminario y buscan, animan y ponen en contacto a los muchachos con el seminario
Todos, sacerdotes y laicos cristianos, estamos llamados a vivir la invitación urgente de Jesús a orar para que el dueño de la mies envíe operarios a su mies (cfr. Mt 9, 38), así como a ofrecer nuestra eucaristía en favor de las vocaciones, y por la santificación de los ya consagrados.
Que san José y la santísima Virgen, que cuidaron con esmero aquel primer seminario de Nazaret, cuiden también de nuestros niños, adolescentes y jóvenes el germen que pueda haber en ellos para orientar su vida por el camino del sacerdocio.
+ Gerardo
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