Estad vigilantes
«Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame» (Lc 12, 32-38).
«Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá» (Lc 12, 49).
El hombre actual lucha por tener más y más, pero centrado todo en lo material, desde el dinero, hasta otros bienes materiales, porque piensa que, cuanto más tenga, más poder tiene en todos los aspectos y será más feliz.
El Señor abre los ojos y la mente de todos cuantos luchan solo por amontonar sus bienes y nos advierte a todos de los peligros de esta apuesta, sobre todo, por los bienes materiales, olvidándose de los espirituales, porque los bienes materiales corren muchos peligros, porque pueden dar al traste por una enfermedad, o por un virus, o por una mala gestión, por tantas cosas.
No tenemos que olvidar esta realidad: sin Dios no podemos ser felices
En esta pandemia del coronavirus ha habido muchas personas a las que el virus ha destrozado todos sus planes. Estaban empeñados en lo material y se habían olvidado de lo espiritual y han podido tener la experiencia de que lo material no sirve para encontrar solución a los problemas o a una enfermedad o a un virus que nos pueda atacar. Tener mucho dinero no les hace menos vulnerables.
Por eso Jesús nos pone en guardia, nos previene contra nuestro afán de querer ser ricos aquí en la tierra, porque todo esto no nos va a servir el día que tengamos que presentarnos ante Dios y rendirle cuentas.
No podemos centrar nuestra vida en acumular medios materiales y olvidarnos de Dios, como si lo único importante fuera lo que acumulamos aquí, porque esta vida se termina y entonces ¿para qué hemos acumulado todo eso si no nos sirve para la vida que Dios nos promete después de la muerte?
Tampoco sirve decir que yo lucho por ello porque a mí no me separa de Dios, porque el mismo Cristo nos dice que donde esta nuestro tesoro allí estará nuestro corazón. Si lo que nos importan solo son nuestros bienes aquí en la tierra, será por lo que luchemos y nos olvidaremos de Dios y de los bienes espirituales, del tesoro que tenemos que ir haciendo en el cielo donde nada ni nadie nos puede privar de ello.
Uno de los tesoros más importantes para la otra vida son las limosnas que hagamos con nuestros medios materiales, porque las limosnas significan el gran tesoro del cielo, donde nadie ni nada podrá destruirlo.
Para no caer en la acumulación de riquezas aquí en la tierra es necesario que la lámpara de nuestra fe la tengamos bien encendida, de tal manera que sea la fe y lo que Dios nos pide por medio de ella lo que nos mantendrá preparados, la que no nos dejará que la acumulación de medios materiales sea lo único y lo primero que intentamos conseguir, prescindiendo de Dios y sus mandatos. Desde la fe podremos ver y vivir lo que nos dice Jesús del tesoro del cielo.
Es necesario que estemos constantemente en vela para vivir desde lo que Dios nos pide desde nuestra fe, porque no sabemos cuándo nos va a llamar el Señor y nos va a pedir cuentas. Entonces, si solo hemos acumulado para esta vida, solo podremos presentarnos con las manos vacías.
Hemos de estar vigilantes para que la llegada del Señor para llamarnos a la otra vida no nos sorprenda como un ladrón. Hemos de estar como quien está esperando a que su amo llegue de la boda para abrirle apenas llame.
Es necesario que la lámpara de nuestra fe la tengamos bien encendida
Hemos de tener bien actualizada nuestra fe, viviendo desde ella y haciendo realidad sus exigencias, porque se nos pedirán cuentas de todo cuanto hemos recibido y lo que hemos hecho con ello. Nos dice al final de este texto de san Luchas: Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá» (Lc 12,49), a cada uno se nos pedirán cuentas de lo que hemos recibido y, si hemos recibido mucho, mucho hemos de responder.
Que el Señor nos ayude para no dejarnos guiar por la llamada del dinero y de las cosas materiales, sino que Dios tenga la importancia que debe tener en nuestra vida y vivamos desde sus llamadas y sus exigencias, para que cuando el Señor venga, nos encuentre vigilantes y con una fe verdadera.
+ Gerardo Melgar Viciosa
Obispo Prior de Ciudad Real
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