Celebramos en este domingo la venida del Espíritu Santo.
El envío por parte de Cristo del Espíritu Santo es el cumplimiento de la promesa que hizo a los apóstoles para que esté siempre con toda la Iglesia, llamando a los que siguen a Jesús por distintos caminos, para que pueda seguir cumpliéndose la misión que Cristo dio a la Iglesia de ir por el mundo entero y predicar el evangelio.
El Espíritu Santo es quien suscita en la Iglesia los distintos carismas, para que todos juntos podamos cumplir la misión de la Iglesia entera. Él es quien constituye a unos profetas, a otros doctores, a otros apóstoles. Él es quien llama a unos a ser sacerdotes, religiosos o laicos cristianos para que a través de su vida cumplan la misión que Él y para la que Él les ha destinado.
Hoy celebramos en toda la Iglesia el día de la Acción Católica y del apostolado seglar en general. Es el día de los laicos.
A los laicos el Espíritu les ha encargado la misión de la «construcción del mundo de acuerdo con los planes de Dios».
El lema de esta Jornada de la Acción Católica y del apostolado seglar de este año es este: Sigamos construyendo juntos . El Espíritu nos necesita.
Con este lema se nos quiere hacer caer en la cuenta de lo imprescindibles que son los laicos y la misión de los mismos en la construcción de este mundo según los planes, según el sueño de Dios.
El Espíritu ha querido necesitarnos a la hora de hacer realidad en este mundo la vivencia de la identidad cristiana, y ser testigos de Cristo en medio de este mundo que nos ha tocado vivir, como medio para ser constructores de este mundo según Dios. Es necesario que todos seamos testigos de los compromisos del bautismo.
Por eso decía san Pablo VI: «Nuestro mundo cree más a los testigos, que a los profetas, y si cree a los profetas, es por lo que tienen de testigos». O, como decía de una forma aún más clara san Juan Pablo II: «El único evangelio que muchos de los hombres y mujeres de nuestro tiempo van a leer,es el testimonio que demos los cristianos».
Solo desde el testimonio de vida de que Dios es alguien importante para nosotros y ocupa el centro de nuestra vida, y por eso vivimos desde sus criterios y valores, podemos sentirnos auténticos transformadores y constructores de este mundo según Dios.
El Espíritu ha querido necesitarnos
Junto a nuestro testimonio de fe en nuestro Señor Jesucristo se nos pide que trabajemos para que ese mundo que el Señor ha dejado en nuestras manos lo transformemos según su designio salvífico. Nuestro esfuerzo, junto con la gracia y la fuerza del Espíritu Santo hará del mundo transformado una realidad cada día mayor.
Este esfuerzo y este trabajo por un mundo según Dios, lo hemos de hacer todos juntos, poniendo a su servicio los distintos carismas, en comunión con todos los que formamos la Iglesia.
Todos juntos porque, por el hecho de estar bautizados, todos somos y debemos ser verdaderos agentes de evangelización, como nos dice el papa Francisco en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium. Todos estamos llamados a hacer realidad la misión entera de la Iglesia.
Lo mismo que un día Jesús dijo a los apóstoles: Como el Padre me ha enviado, así os envío yo, id y haced discípulos (Jn 20, 19-23), así debemos de sentirnos enviados todos y cada uno de los seguidores de Cristo.
Se trata de esto: de hacer discípulos con nuestro testimonio, con nuestro trabajo y con nuestro esfuerzo, con nuestro compromiso en los campos que son específicos de los laicos: en la familia, en el trabajo, en la política; en definitiva, en todas las realidades de este mundo que cada uno vive.
Se trata de hacer discípulos con nuestro testimonio
Estos son tres campos específicos de los laicos cristianos, tres campos en los que hoy tenemos una gran tarea que hacer para transformar estas tres realidades en realidades según el plan de Dios.
La familia, porque tenemos que reconocer que las familias actuales se han descristianizado y la mayoría viven al margen de Dios. Es tarea de los padres cristianos recuperar la familia con ese talante igualmente cristiano, en el que se transmita la fe y Dios sea Dios en la familia y de la familia.
En el trabajo, en el que tenemos de sentirnos llamados a que la persona sea el valor principal y el trabajo esté al servicio de esta y no al revés.
En la política, haciendo que la participación en la misma sea de forma directa, haciendo que las leyes sean justas, que promuevan los grandes valores, del respeto a la vida, la persona, la familia y el trabajo para todos. O, de forma indirecta, votando a aquellas personas o partidos que van a respetar los valores fundamentales.
+ Gerardo
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