Queridos diocesanos:
A través del tiempo litúrgico del Adviento, van desfilando en los distintos domingos todos los personajes más importantes del mismo. Todos ellos son un modelo de disponibilidad a los planes de Dios. Tanto Juan el Bautista, como todos los profetas, son enviados por Dios para anunciar la llegada del salvador y, ante tal acontecimiento, hacer una llamada al pueblo de Dios a preparar el camino y a convertirse de sus pecados, para esperar de verdad al salvador.
En este último domingo nos presenta al personaje más importante del Adviento: la Virgen María. Nadie como ella vivió la llegada del salvador, porque era de ella de quien nacería, y ella estuvo desde el primer momento al servicio de los planes de Dios sobre ella y sobre la salvación del hombre.
María se preparó a la llegada del salvador al mundo con una actitud de plena disponibilidad y colaboración con los planes de Dios. Por medio del arcángel Gabriel, Dios le anuncia que va a ser la madre del salvador, y ella que no acaba de entender los planes de Dios, sin embargo, se fía de Él y se involucra plenamente en hacerlos realidad con su «sí», su «hágase en mi según tu Palabra». Un sí que no solo sería respuesta a este momento aceptando la voluntad del Padre, sino que sería extensible a toda su vida, a los momentos buenos y menos buenos, a los de alegría y sufrimiento. Ella siempre contestó a Dios y a su plan de salvación: «Hágase en mí según tu Palabra».
María es un modelo auténtico para nosotros de la espera del salvador:
Ella lo espera con fe en Él y en el plan de Dios de salvar a la humanidad caída. Una fe plena en el Padre Dios, que la lleva a fiarse de Él aunque no acabe de ver cómo puede ser lo que Dios le anuncia a través del ángel.
Ella lo espera llena de alegría, porque sabe que, por ella y de ella, va a nacer el Hijo de Dios, y a través de su colaboración, Dios va a realizar el rescate y la salvación de la humanidad hundida en el pecado. La sangre derramada de Cristo va a ser rescate de los hombres de todos sus pecados. Por eso, ella se ofrece generosamente a servir al plan de Dios, para que la salvación que Dios tiene proyectada para la humanidad sea una realidad.
Y ella lo espera poniéndose plena y totalmente al servicio del plan de Dios, incluso cuando este plan de Dios la lleve a renunciar a sus propios planes o le traiga sufrimientos para su vida.
Tres actitudes: fe, alegría y disponibilidad a los planes de Dios para salvar a los hombres, que debemos encarnar todos y cada uno de nosotros como seguidores de Cristo.
Ella lo espera poniéndose plena y totalmente al servicio del plan de Dios, incluso cuando este plan de Dios la lleve a renunciar a sus propios planes o le traiga sufrimientos para su vida
Fe, para dejar que Cristo nazca en cada uno de nosotros y nos salve. Cristo ya nació hace 2021 años, pero cada día quiere nacer en nosotros, en nuestro corazón, entrar en nuestra vida para transformarnos y capacitarnos para recibir la salvación que Él trae al mundo.
La fe es la que nos hace entender lo que significa la verdadera Navidad para quien sigue a Jesús como discípulo suyo. Su llegada a nosotros nos pide un cambio de vida, abandonando aquellas actitudes que son incompatibles con la recepción de Jesús en nuestra vida y que, por lo mismo, debemos cambiar, para que Cristo nazca, tome posesión de nosotros, nos transforme y nos dé la salvación.
Alegría. La llegada de Jesús a cada uno de nosotros es siempre motivo de verdadero gozo y alegría, porque con su llegada a nosotros sentimos que se hace vida y realidad palpable el gran amor que Dios nos tiene, que ha sido capaz de entregar a su Hijo por nuestra salvación. Cuando uno sabe que Cristo viene a salvarnos de nuestros pecados y su entrega por nosotros la entiende como fruto del amor que Dios nos tiene, se siente amado por Él, necesariamente se siente alegre y comunica esa misma alegría a los demás.
María se preparó a la llegada del salvador al mundo con una actitud de plena disponibilidad y colaboración con los planes de Dios
Disponibilidad para seguir los caminos y los planes de Dios sobre cada uno de nosotros, en cada momento de nuestra vida. Dios tiene su plan de salvación personal para cada uno y lo importante es que sepamos descubrir dicho plan y empeñemos nuestra vida en responder generosamente al mismo. Solo así estaremos poniendo la parte que nos corresponde para que el Señor nos salve, y solo así estaremos ayudando a otros, con nuestro testimonio, a entender y vivir, que Dios vive, está en medio de nosotros, nos quiere y quiere entrar y nacer también en ellos.
Convirtamos nuestra vida a lo que Dios pide para nacer en cada uno y vivamos esta Navidad con estas tres actitudes importantes con las que vivió María el nacimiento de su hijo: fe para acoger y dejar que entre en nuestra vida y nos transforme. Alegría, porque si Dios está con nosotros necesariamente nos tenemos que sentir alegres y llenos de gozo, y sabremos comunicar esta alegría a los demás. Y disponibilidad, para hacer en todo momento de nuestra vida lo que el seguimiento Señor nos pida, porque solo Él puede llenar nuestros anhelos y nuestra vida.
+Gerardo
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