La Cuaresma es un tiempo propicio para renovar nuestra fe sincera, nuestra esperanza viva y nuestra caridad operante. Este es el mensaje central del Papa para esta Cuaresma de 2021.
El ayuno, la oración y la limosna son la expresión y las condiciones de nuestra conversión.
El ayuno nos lleva a la privación de todo aquello que nos separa de Dios o de los hermanos, la limosna nos conduce a la mirada y los gestos de amor y compasión hacia el hombre herido, pobre, y desahuciado de la sociedad, y la oración nos hace mantener el diálogo filial con Dios nuestro padre.
Estos tres medios nos ayudan a tener una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante.
1. Una fe sincera, que nos lleva a acoger la verdad con mayúsculas, a Cristo mismo que es la verdad y a ser testigos de Él en nuestra vida.
Acoger a Cristo es dejarse alcanzar por la Palabra de Dios, que nos hace entender la grandeza de Dios que nos ama, antes de que nosotros seamos conscientes de ello.
Este amor de Dios nos debe conducir a saber ayunar, a privarnos de todo lo ajeno a la voluntad de Dios y de todo cuanto no sea expresión del don de Dios, para vivir desde el amor y correspondencia a ese amor de Dios, y desde el amor a los hermanos necesitados. De tal manera que nuestra generosidad con ellos se convierta una expresión del gran amor de Dios a nosotros.
La Cuaresma es tiempo de creer, de recibir a Dios en nuestra vida y dejarle que ponga su morada en nosotros.
Ayunar significa liberar nuestra existencia de todo lo que estorba, abrir de verdad las puertas de nuestro corazón a aquel que viene a nosotros pobre de todo, lleno de gracia y verdad, el Hijo de Dios salvador.
2. Una esperanza viva. La esperanza es el «agua viva» que sacia la sed del camino para poder continuar. Es el Espíritu Santo quien da esperanza, quien vivifica y fortalece para caminar por el camino de Dios y poder resucitar con Cristo, y poder disfrutar del futuro de la misericordia que el Padre abre por la resurrección de Cristo de par en par.
Esperar con Él y gracias a Él quiere decir creer que la historia no termina con nuestros errores, violencias, injusticias y pecados, sino saciarnos del perdón del Padre en su corazón abierto.
El tiempo de cuaresma está hecho para esperar, para dirigir la mirada a la paciencia de Dios, que quiere reconciliarnos y darnos su perdón. Al recibir el perdón en el sacramento también nosotros nos convertimos en difusores del perdón. Al haber acogido nosotros el perdón de Dios podemos ofrecerlo, teniendo un comportamiento que conforte a quien se encuentra herido.
Nuestra caridad es y debe ser manifestación del gran amor que
Dios tiene a cada uno de nosotros como hijos de Dios que somos
La Cuaresma es un tiempo propicio para estar más atentos a palabras y actitudes de aliento, que confortan, fortalecen y consuelan. En lugar de palabras y actitudes que humillan, entristecen e irritan y desprecian.
En muchas ocasiones podemos dar esperanza simplemente con ser una persona amable, que deja a un lado su egoísmo para prestar atención y regalar una sonrisa, para decir una palabra de estímulo en medio de tanta indiferencia.
Vivir la Cuaresma con esperanza significa sentir que en Jesucristo somos testigos del tiempo nuevo, en el que Dios hace nuevas todas las cosas (Ap 21, 1-6). Significa recibir la esperanza de Cristo que entrega su vida en la cruz y que Dios resucita al tercer día.
3. Una caridad operante. La caridad es el don que da sentido a nuestra vida. Gracias a ella consideramos al necesitado, no pasamos desapercibidos ante quien está privado de lo más necesario para vivir, al desahuciado de la sociedad, como nuestra familia, nuestro amigo y nuestro hermano.
El tiempo de cuaresma está hecho para esperar, para dirigir la mirada a la paciencia de Dios, que quiere reconciliarnos y darnos su perdón
Lo que tenemos, si lo compartimos, no se acaba nunca, sino que se transforma en una reserva de vida y de felicidad como el aceite y la harina de la viuda de Sarepta que dio el pan al profeta Elías (Cf. 1Reyes 17, 7-16). O los panes y los peces que Cristo dio a sus discípulos para que los repartieran entre la gente.
Nuestra limosna, si la damos con gozo y sencillez, se convierte en eso, en algo que no se acaba, sino que se transforma.
Vivir la Cuaresma, vivir esta Cuaresma con caridad, es vivirla cuidando de los que nos necesitan: de los enfermos, de los abandonados, de los que sufren a causa de la COVID-19. Nuestra caridad es y debe ser manifestación del gran amor que Dios tiene a cada uno de nosotros como hijos de Dios que somos. Nuestra entrega, nuestro respeto y el respeto a la dignidad de los más pobres, son siempre expresión del gran amor de Dios a ellos.
+ Gerardo
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