Nuestra Diócesis de Ciudad Real está de fiesta. Ayer, día 12, sábado, ordené en la Catedral tres nuevos presbíteros: don Óscar Martín Biezma, don Francisco Javier García de León y don Iván Bastante Villaseñor, tres nuevos sacerdotes que, como nueva savia en la Diócesis, serán los protagonistas de una nueva evangelización misionera en la misma. Tres jóvenes cargados de ilusión y ardor pastoral que van a sus destinos con ansias de comerse el mundo, de evangelizar a las personas que el Señor, por el nombramiento del obispo, les ha confiado, para que los cuiden, alimenten y fortalezcan en su fe, ofreciéndoles el mensaje salvador en un mundo tan necesitado del mismo.
En un momento de escasez vocacional al sacerdocio, ordenar tres nuevos sacerdotes en nuestra Diócesis es un signo claro de varias cosas. Es el primer lugar, un signo claro de que Dios sigue llamando hoy a hombres de este pueblo para que entreguen su vida al ministerio presbiteral.
La respuesta a la vocación sacerdotal de estos tres jóvenes interpela y se convierte en llamada para otros jóvenes
En segundo lugar, la respuesta positiva de estos tres jóvenes a la llamada del Señor es un signo claro de que sigue habiendo jóvenes audaces y valientes para los que cuenta mucho más la llamada de Dios que las llamadas que pueden recibir desde la sociedad a otro tipo de vida, que es verdad que tienen menos dificultades, pero que no les hacen sentirse tan plenificados y realizados como con la llamada del Señor.
Por otra parte, la llamada de parte de Dios y la respuesta generosa de estos jóvenes viene motivada porque están convencidos de que la vocación sacerdotal sigue siendo importante en la Iglesia hoy, y por lo mismo, es igualmente importante que Dios siga llamando y que haya jóvenes que quieran responder generosamente a la misma, sabiendo que es muy grande la tarea, que es mucho lo que hay que hacer y no siempre los braceros son suficientes; que es muy importante la misión que se les encomienda porque hay muchas personas necesitadas de su ayuda y del mensaje al servicio por el cual entregan todo lo que son y lo que tienen, de tal manera, que les hace sentir la satisfacción de que merece la pena entregarse de lleno para ayudar a tantos y tantos a encontrarse con Jesucristo, conocerlo mejor y amarlo mucho más.
La respuesta a la vocación sacerdotal de estos tres jóvenes, por otra parte, interpela y se convierte en llamada para otros jóvenes que, tal vez, se están pensando su futuro como respuesta a la llamada de Dios por este camino vocacional al sacerdocio. El ejemplo de estos tres jóvenes es un estímulo y un ánimo para que esos otros que se lo están pensando, para que animados por su testimonio puedan contestar afirmativamente al Señor, y lo mismo que ellos también otros jóvenes puedan decirle al Señor: «Cuenta con nosotros, nosotros contamos contigo y con tu gracia».
Nuestra más cordial felicitación para los ya reverendos don Óscar, don Francisco Javier y don Iván. Enhorabuena a las parroquias en las que ellos van a desarrollar su trabajo pastoral
Nuestra más cordial felicitación para los ya reverendos don Óscar, don Francisco Javier y don Iván. Enhorabuena a las parroquias en las que ellos van a desarrollar su trabajo pastoral y su misión; porque son los feligreses de esas parroquias los primeros que se van a beneficiar de su ardor y entusiasmo pastoral y su entrega sin reservas a su misión. Y felicidades para toda la Diócesis que es la gran beneficiaria de estas vocaciones.
A todos nosotros, obispo, sacerdotes, parroquias y grupos del tipo que sean, nos queda algo muy importante que hacer con ellos: arroparlos, quererlos, animarlos y ayudarlos a desempeñar su misión y que la ilusión que ellos llevan a sus parroquias, no solo no decrezca, sino que vaya creciendo de día en día, y cada momento de su vida se convenzan más de que realmente ha merecido la pena ser lo que son y entregarse con toda su alma y cuerpo al servicio de la misión que se les ha encomendado.
Que el Señor siga a su lado en todo momento y les ayude a superar todas las dificultades que les puedan sobrevenir en el cumplimiento de su misión, y con su buen hacer, con su entrega y con la gracia de Dios y con nuestro apoyo, se demuestren a sí mismos y demuestren a los demás que son felices, siendo lo que son y viviendo lo que viven, al servicio de Dios y de las necesidades de los demás.
Que Santa María, la Virgen, madre de los sacerdotes, los proteja con su manto maternal como hizo con los discípulos e interceda por ellos en todo momento.
+ Gerardo
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