Las consultas de los psicólogos y de los centros de orientación matrimonial y familiar han estado más frecuentadas que nunca en este tiempo de pandemia de la COVID-19 y una vez que Esta ha terminado. Muchos matrimonios y parejas han añadido a la dureza del confinamiento en estos meses que ha durado, la falta de entendimiento entre ellos: situaciones de falta de diálogo, de querer solucionar las cosas, no con razones y diálogo, sino a voces, creyendo que cuanto más alto se hablara, más razón se tenía. En la mayoría de los casos ha faltado la comunicación autentica y el diálogo verdadero para darse cuenta de la situación por la que estaban pasando y conocer lo que era importante vivir por parte de ambos, para lograr una auténtica convivencia en paz y concordia.
La comunicación es algo esencial e imprescindible en toda convivencia. En la deficiente comunicación que practican muchos matrimonios y parejas actuales está la causa principal de falta de entendimiento y la aparición de las dificultades matrimoniales.
Cuando no se le reconocen al otro sus propios valores y no se buscan los momentos oportunos para decirse las cosas, en lugar de una comunicación respetuosa, abierta y transparente, se presentan las agresiones de doble vía, se acaba la paz del hogar y también la comunicación que quedaba. Las relaciones familiares se deterioran al no saber decirse las cosas con amor y comprensión, al no saber el uno interpretar lo que el otro le quiere decir, al tratar de cambiar al otro para que la realidad responda a las expectativas que llevaban al matrimonio, al asumir actitudes defensivas cuando se sienten atacados en su intimidad, al no sentirse aceptados por ser como son, y al no sentir el estímulo para asumir verdaderamente y con plena libertad la mejora personal.
Es muy importante que en momentos de especial dificultad, como la que hemos pasado en los meses de confinamiento, el matrimonio sepa pararse y descubrir juntos lo que les pasa y tratar de encontrar una nueva manera de relacionarse, esmerándose en poner cada uno de su parte todo lo que sea para una buena convivencia.
La comunicación es una actitud de apertura al otro que implica disponibilidad generosa para compartir
La comunicación, antes que todo, es una actitud de apertura al otro que implica disponibilidad generosa para compartir, es decir, para dar y recibir.
Sin embargo, la comunicación no es fácil, porque aunque se conozca bien al otro, cada uno tiene un carácter, una formación, una familia de la que proviene, etcétera. Por eso, ambos han de ejercitarse continuamente en este diálogo y esta comunicación, tan importantes para encontrar juntos la felicidad y la paz matrimonial y familiar.
Así como el deportista debe entrenar continuamente para mantenerse en forma, o el pianista debe practicar por horas para mantener las manos ágiles en el manejo del teclado, así también nosotros, como seres humanos, necesitamos practicar al máximo y mejorar cada día la calidad de nuestra comunicación. Y hablamos de calidad cuando nos referimos a que estamos llamados a compartir, con la persona que amamos, no solamente las cosas que hacemos durante el día y lo que hemos aprendido, sino ir más al fondo de nosotros mismos.
Podíamos decir que hay un secreto importante que no se consigue de la noche a la mañana, pero que se puede conseguir si ambos ponen de su parte lo que sea necesario. Es procurar todos los días, o al menos cada cierto tiempo, sacar un tiempo para los dos, sentarse por unos minutos el uno frente al otro y abrirse mutuamente el corazón. Compartir no solo los pormenores del día, sino también las mutuas angustias, preocupaciones, temores, sueños, ideas, pensamientos e ilusiones, e ir aprendiendo a conocerse y a aceptarse.
¿Qué sería de nosotros si hablamos y hablamos y nadie se interesa por lo que decimos?
Se trata de aprender a escucharse y sentirse personas valiosas porque lo que se dicen es siempre importante para el otro, aunque sea la cosa menos importante; hasta cuando callan. Para esto solo se necesita que haya un interés sincero, un poco de atención, la sensibilidad de escuchar, y el ánimo de comprender y el compartir sincero.
Un oído abierto es el único signo fidedigno de un corazón abierto. Y escuchar es el 90 % de una buena comunicación porque todos necesitamos desesperadamente que se nos escuche. Así es como nos sentimos valiosos e importantes. Porque, ¿qué sería de nosotros si hablamos y hablamos y nadie se interesa por lo que decimos?
La comunicación es el lazo de unión entre las personas, con mayor razón entre marido y mujer, porque disuelve las barreras, favorece la comprensión recíproca, facilita la solución de los conflictos e, incluso, contribuye a prevenirlos; posibilita la cooperación para el logro del bien de los dos y hace que la convivencia no sólo sea tolerable, sino agradable y, no solo agradable, sino también fructífera y enriquecedora.
La comunicación no consiste simplemente en decir o en oír algo. La palabra comunicación, en su sentido más profundo, significa «comunión», compartir ideas, sentimientos, etcétera, en un clima de reciprocidad. La comunicación es la acción de compartir; de dar a otro una parte de lo que tenemos, de lo que somos, algo de nosotros mismos. Y dentro del matrimonio es dar lo mejor que poseemos: nosotros mismos; y recibir en nuestro corazón a esa persona maravillosa con la cual un día decidimos en plena libertad unir nuestras vidas para siempre.
+ Gerardo
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