Hace poco más de diez días, estrenábamos este nuevo año 2020.
Un nuevo año es siempre una nueva oportunidad que el Señor nos concede a todos para tantas cosas y aspectos que hemos de trabajar durante 365 días, para progresar en nuestra vida como personas y como cristianos.
Todos estamos llamados a crecer en estos dos aspectos importantes: como personas para lograr ser unas personas maduras, libres y responsables y, como cristianos, para crecer y madurar como seguidores de Cristo y discípulos suyos.
Como personas, a medida que los años van pasando, hemos de crecer en madurez. El paso del tiempo en nuestra vida nos ayuda a saber afrontar las situaciones que se van creando con verdadera madurez y fortaleza acertada, sin que nos asusten las situaciones que se nos presenten, y poniendo todo el esfuerzo.
Hemos de crecer en libertad, de tal manera que nadie ni nada nos arrebate la libertad que nos permite ser nosotros mismos en todas las ocasiones. Una persona madura tiene que sentirse libre frente a todo y frente a todos, para vivir desde sus propias convicciones y desde los valores de los que está convencido que son fundamentales para el crecimiento y la maduración personal.
El paso del tiempo también reclama de cada persona crecer en responsabilidad, no dejándonos llevar por modas ni por influencias de nadie ni de nada, sino actuando con responsabilidad ante cualquier situación que tengamos que vivir.
Como cristianos y seguidores de Jesús, hemos también de crecer y madurar para que nuestra fe ocupe realmente el puesto que debe corresponderle en nuestra vida.
Ser un cristiano auténtico y maduro es saber responder en cada momento a la pregunta profunda e importante de «¿qué Quiere Dios de mí en este momento o con relación a esta persona? Y responder desde la exigencia que Él nos pone.
Una persona madura tiene que sentirse libre frente a todo y frente a todos
Ser cristiano no es una ideología, ni una teoría, es una vida, un estilo de vivir del que Cristo es nuestro modelo, siguiendo sus huellas y desechando de nuestra vida personal todos aquellos otros estilos que son propios del mundo y de la sociedad actual; es dejar los postulados de la mundanidad —del tener, el poder y gozar— para vivir desde los valores del evangelio y desde el espíritu de las bienaventuranzas.
A todo esto estamos llamados al comienzo de un nuevo año, a crecer en nuestra vida como seguidores de Cristo. Este crecimiento en la fe y como cristianos y discípulos de Cristo no surge por generación espontánea. Es fruto de la acción de Dios en primer lugar, que es quien nos regala la fe; porque la fe es un don y un regalo del mismo Dios. Es fruto también de nuestro planteamiento y de nuestra decisión personal de vivir dicho estilo de vida. Es algo que hemos de intentar personalmente para poner de nuestra parte lo que sea necesario, pero contando siempre con que la mayor parte la pone el Señor.
El paso del tiempo también reclama de cada persona crecer en responsabilidad
Queridos amigos: si al comienzo de un nuevo año queremos responder a estos dos retos que la novedad del año nos ofrece, necesariamente hemos de hacernos estas dos preguntas que definen nuestra identidad como personas y como cristianos. Deberemos interpelarnos y tratar de responder a lo que veamos que nos piden estas dos preguntas:
1. ¿Qué debo poner y qué debo quitar de mi vida para que pueda creer y madurar como persona y como cristiano y seguidor de Jesús?
2. ¿Qué medios debería poner de mi parte para lograr dicho crecimiento como persona y como cristiano?
Desde ambas preguntas deberíamos trazarnos un plan personal para responder a ambos interrogantes y tener la decisión de que en este nuevo año tengo que creer en ambos aspectos, aunque a veces me cueste renuncia y sacrificios y adhesión mayor a aquellos valores que me van a ayudar a crecer como persona y como seguidor de Jesús.
+ Gerardo
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