Una caravana blanca de esperanza

 
A las 19:00 h. comenzaba puntual la eucaristía que sirve como pistoletazo de salida virtual para las celebraciones en honor a la Virgen del Prado en Ciudad Real.

En esta edición, que es ya la sesenta y dos, han colaborado treinta voluntarios que ha coordinado la Hospitalidad diocesana de Lourdes para poder trasladar a todos los enfermos desde las distintas residencias y acomodarlos en el espacio de la Catedral.
La eucaristía de la esperanza, con más motivo en este año jubilar, ha sido presidida por su consiliario, el sacerdote Abel Fuentes Pintado. En su homilía giró en torno a la esperanza: «Esta Caravana Blanca pretende ser un signo de esperanza para vosotros, enfermos, que sentís en esta tarde el alivio de vuestro sufrimiento cuando miráis a María, cuando veis la cercanía de personas que hoy os asisten y os atienden con una sonrisa, componiendo un himno a la dignidad humana». También aludió a la enfermedad y al dolor unidos al sufrimiento de Cristo y de la Virgen y cómo todo nos conduce a la conversión: « los “noes” que la vida nos ha dicho; llorar ante Él, si es necesario, y abandonarnos a su Voluntad; pero no arreglárnoslas solos con la queja constante, con la lamentación. Esto juega malas pasadas a la memoria, haciendo que se nos olvide la gracia de la vida eterna a la que estamos llamados en la enfermedad, no fuera de ella.

Han sido varias las residencias que han participado y que también han colaborado en la organización como la residencia de las Hermanitas de los ancianos desamparados, de la calle Calatrava; la Ciudad de matrimonios, las hermanas de la cruz con los mayores y enfermos que acompañan y cuidan, la residencia del santo ángel y la residencia asistida. Han sido distintas las instituciones y grupos que han colaborado como los grupos de jóvenes de la Hermanad de la esperanza; de la Dolorosa y del Cristo de la caridad, ambas de la parroquia de Santiago.

Participaron en la celebración, además de numerosos fieles, el Sr. Alcalde, D. Francisco Cañizares, también miembros de la Corporación municipal, el Pandorgo y la Dulcinea junto con las damas.

Sesenta y siete años de Carava blanca que nos siguen ayudando a visibilizar el dolor y la enfermedad y a reconocer que nuestras vidas, en todo, están en las manos de Dios.