Juan Fisher, obispo y mártir

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    San Juan Fisher nació en Beverley, Yorkshire, Inglaterra, en el 1469. Desde muy joven, se quedó sin padre. Siempre amó ardientemente a la Iglesia por tal motivo y entregó su corazón por entero al servicio de ésta. Fue también un distinguido escolástico en humanidades. Fue educado en Michaelhouse en Cambridge. Desde sus 14 años estuvo relacionado a la universidad.

    A los 22 años, Fisher fue ordenado sacerdote, bajo dispensa especial. Estudió teología en Cambridge (Inglaterra). Alcanzó el doctorado y fue vicecanciller de Michaelhouse. En 1502 dimitió para ser capellán de la madre del rey, Doña Margarita Beaufort, condesa de Richmond y Derby. Bajo su dirección, Doña Margarita fundó Christ'sCollege y Saint John'sCollege en Cambridge. A ella se le reconoce como la mayor benefactora de Cambridge. Fue nombrado obispo de Rochester, cargo que ejerció con una vida llena de austeridad, rectitud y entrega pastoral, visitando con frecuencia a los fieles de su grey.

    Rochester era la diócesis más pequeña y pobre  de Inglaterra, pero el obispo Fisher fue un pastor a imitación de Cristo, cuidaba con desvelo y valentía  a sus ovejas, entregándose a ellas con un ardor profundo de amor. Hacía visitas frecuentes a los más enfermos y desfavorecidos, administraba la confirmación, disciplinaba al clero, visitaba personalmente a los pobres y distribuía limosna a los pobres. En su vida personal era estricto consigo mismo. Vivía interiormente una profunda austeridad penitencial. Dormía y comía poco. Mantenía una carabela frente a su puesto en las comidas para recordar su mortalidad.

    Durante este tiempo de episcopado, Fisher continuó escribiendo y estudiando. Era un predicador tan elocuente que cuando Enrique VII murió en 1509, predicó en el funeral.  Enrique VIII, antes de que Fisher suscitara su ira, lo elogiaba abiertamente diciendo que «no otro príncipe o reino tiene tan distinguido prelado». El embajador de Carlos V escribía que Juan Fisher era «el ejemplo de todos los obispos de la cristiandad, por su saber y santidad». Cuando el luteranismo empezó a propagarse, sobre todo en Londres y sus universidades, el santo fue elegido para predicar contra aquella doctrina, en razón de su buen saber.

    Escribió cuatro gruesos volúmenes contra Lutero, donde se publicó la primera refutación de la nueva doctrina. Estos y otros trabajos literarios hicieron famoso a Juan Fisher no sólo en Inglaterra, sino en toda Europa.

    Fisher ejerció una gran actividad fomentando el humanismo y consiguiendo que el humanista holandés Erasmo de Rotterdam enseñara. En 1527, se opuso al plan del rey Enrique VIII de Inglaterra para divorciarse de Catalina de Aragón, de quien Fisher era confesor. En 1534, cuando él y Tomás Moro se negaron a jurar la nueva Acta de Supremacía, en virtud de la cual se nombraba al rey de Inglaterra cabeza de la Iglesia de Inglaterra, negando la autoridad del papa. Ambos fueron encarcelados en la Torre de Londres acusados de alta traición.

    En mayo de 1535, el papa Paulo III nombró cardenal a Fisher, acelerando su condena, ya que el rey Enrique VIII consideró esto como una prueba de su conspiración contra el Estado y lo usó de arma para acelerar su proceso. Un mes después, el nuevo cardenal fue sometido a juicio, acusado de traición por negarse a aceptar a Enrique VIII como cabeza de la Iglesia. Llegado el momento de su martirio, Juan Fisher pidió a sus ejecutores que les dejasen descansar un poco más y dormir tranquilamente dos horas, ya que al estar muy entrado en edad avanzada no sentía fuerzas para caminar. Después se vistió y se echó sobre los hombros una capa de piel «para no enfriarme antes de la ejecución», según observó. En seguida tomó su pequeño ejemplar del Nuevo Testamento y descendió penosamente la escalera, a causa de la debilidad que tenía.  A la puerta le esperaba una carreta que le condujo a la salida de la prisión. Ahí tuvo que aguardar unos momentos, reclinado contra la pared; abrió su Nuevo Testamento y pidió a Dios que le diese valor. Según se dice, las primeras palabras que leyó fueron las de Cristo antes de su pasión: «La vida eterna consiste en conocerte a Ti, único Dios verdadero y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra y he cumplido la tarea que Tú me habías confiado». Fortificado por estas palabras, el anciano pudo ir a pie hasta Tower Hill y subir solo al cadalso. Cuando se volvió para dirigir unas palabras a la multitud, su silueta alta y escuálida semejaba un esqueleto. Con voz muy clara, dijo que moría por la fe de la Santa Iglesia Católica, fundada por Cristo y pidió a la multitud que rogase por él para no flaquear ante la muerte. Cuando terminó de recitar el «Te Deum» y el salmo «In te Domine speravi», los guardias le vendaron los ojos y le decapitaron. La cabeza del santo rodó por tierra al primer golpe del hacha del verdugo.Pero el odio y la inquina de venganza de Enrique VIII persiguió al siervo de Dios más allá de la muerte: su cuerpo quedó todo el día expuesto a la curiosidad de todos. Considerado un mártir por los católicos ingleses, san Juan Fisher fue canonizado por el papa Pío XI en 1935, al igual que Tomás Moro. En la Iglesia católica se conmemora su festividad el 22 de junio, conjuntamente con su amigo Tomás Moro. Listado completo de Santos