Uno de los santos más populares en nuestras tierras es san Antonio, abad, más conocido por san Antón.
Su dilatada vida ocupa la segunda mitad del s. III y la primera del IV. Vivió en Egipto, y, cuando contaba dieciocho años, oyó en la iglesia las palabras evangélicas: "Vende lo que tienes y dáselo a los pobres". Antonio cumplió al pie de la letra estas palabras y se retiró a la soledad. Allí llevó vida de ermitaño. Una vida dura y difícil, una vida de oración.
Su gesto atrae a otras personas. Antonio ve peligrar su soledad, y se retira a un edificio abandonado, en mitad del desierto. En él, vivirá veinte años. Pero tampoco consigue estar solo. Ni siquiera le vale construir un muro alrededor del edificio. El lugar se pobló pronto de ermitaños. Todos acuden a Antonio para que les ilumine, les exhorte, los ayude en su vida espiritual. Sin proponérselo, Antonio está iniciando el monacato en Egipto. Es una nueva vida de seguimiento más fiel de los consejos evangélicos.
La vida de nuestro santo continúa con sus ayunos, mortificaciones, oraciones. Pero aún no se siente satisfecho, y se retira a un lugar más apartado. Casi otros veinte años vivirá allí. También llegarán discípulos ansiosos de aprender de él. Se ha convertido en una leyenda. La fama de sus milagros, de su doctrina, de su austeridad... llega a todas partes.
Pero Antonio no es un hombre que huya de los demás. Quiere estar solo para encontrarse mejor con Dios. Por eso, acudirá a Alejandría, en tiempos de persecución, para sostener la fe de los mártires y sufrir, si es preciso, el martirio. El 17 de enero del año 356, Antonio entrega su alma a Dios.
No escribió reglas monásticas, pero su influjo se dejará sentir en numerosos discípulos e inspirará las regles de diversas Órdenes religiosas de Oriente y de Occidente.
En un tiempo de ruido y ajetreo, la figura de este hombre, que se procura la soledad para encontrarse con Dios, nos enseña a saber prescindir de tantas cosas que consideramos necesarias, para ir derechos a buscar lo fundamental, lo que de verdad importa.
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10/01
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Gregorio de Nisa, obispo
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11/01
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Higinio, papa
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12/01
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Antonio María Pucci, presbítero
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13/01
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Hilario, obispo y doctor de la Iglesia
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16/01
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Marcelo I, papa y mártir
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18/01
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Margarita de Hungría, virgen
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19/01
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Marcelo Spínola y Maestre, beato
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20/01
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Sebastián, mártir
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20/01
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Fabián, Papa y mártir
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21/01
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Inés, virgen y mártir
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22/01
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Vicente, mártir
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23/01
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Ildefonso, obispo
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24/01
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Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia
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25/01
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Conversión de san Pablo
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26/01
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Timoteo y Tito, obispos
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31/01
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Juan Bosco, presbítero
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01/02
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Brígida de Kildare
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02/02
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Nuestra Señora de la Candelaria
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02/02
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La Presentación de Jesús en el templo
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03/02
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Blas, obispo y mártir
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