Sesenta años de amor y servicio

Cáritas nació en la provincia de Ciudad Real entre 1958 y 1959 en algunas localidades como Tomelloso, Puertollano o Malagón. Pocos años más tarde, el 4 de mayo de 1964, se constituyó Cáritas Diocesana, sustituyendo al Secretariado de Caridad, como organismo diocesano que coordinara e impulsara el desarrollo de las Cáritas locales nuevas que surgían, dando unidad a su acción social, valores y criterios. Para hablarnos del voluntariado, escribe la directora de Cáritas en la diócesis, Conchi Aranguren.

La preocupación social de la Iglesia ha sido constante desde sus inicios, ya en el libro de los Hechos se narra la institución de la figura del diácono para el cuidado de los pobres y las viudas de la comunidad.

Cáritas es el organismo oficial de la Iglesia para realizar, en nombre de la comunidad cristiana, el ejercicio de la caridad, y esta labor la hace a través de personas voluntarias; por eso decimos que la persona voluntaria es el pilar básico e insustituible, es el motor que consigue transformar la realidad y poner notas de esperanza allí donde realiza su acción.

«Somos unos pobres siervos» (Lc 17, 10), instrumentos en manos del Señor para llevar el amor de Dios a los más desfavorecidos, para dar de comer, de beber, vestir, cuidar, dar posada… viendo a Cristo sufriente en cada una de estas personas, aliviando su dolor y devolviendo la esperanza para retomar su camino.

«En 2024 se cuenta con 1.070 voluntarios, mayoritariamente son mujeres»

El voluntariado es fundamental para esta acción social de la Iglesia, impulsa el compartir fraterno dentro de la comunidad cristiana, pone su tiempo, sus conocimientos, capacidades, de manera gratuita, porque «gratis habéis recibido, dad gratis» (Mt 10, 8).
En palabras del papa Francisco, nos mueve el amor de un Dios que se ha entregado por nosotros y al que queremos llevar a las personas rotas, queremos llevar la esperanza de que para ellas también puede haber una vida mejor.

El voluntariado de Cáritas a lo largo de estos años ha ido cambiando según lo ha hecho nuestra sociedad. Casi siempre ha sido un voluntariado mayoritariamente adulto, los jóvenes no han sido numerosos y cuando se implicaban era en tareas muy concretas, en estos últimos años, son entre un 3 % o 1, 5 %. El voluntariado en estos años se ha hecho mayor, ahora el 57 % son personas mayores de 65 años. El compromiso también ha variado, de ser un voluntariado con disponibilidad en cualquier momento, ha pasado a prestar unas horas de su tiempo, eso sí, con diferente intensidad, compromiso y opción eclesial.

En 2024 se cuenta con 1.070 voluntarios, mayoritariamente son mujeres.

Se precisa relevo generacional y pedimos que el Espíritu que hemos vivido en Pentecostés siga alentando personas que, en nombre del amor de Cristo, lleven la esperanza a nuestros hermanos más necesitados, y que su cuerpo siga alimentándonos para vivir la fe y la caridad en nuestra sociedad, y ser capaces de crear un mundo más fraterno.
 
Por Conchi Araguren Vila, directora de Cáritas Diocesana de Ciudad Real