Viacrucis: «Él es la esperanza que no defrauda»

El viacrucis de Ciudad Real volvió a celebrarse en la noche de este Lunes Santo. Este año, a causa de la lluvia que comenzó a caer sobre la capital pasada media hora desde el inicio de la oración, los cuatro grupos de las parroquias que lo estaban rezando tuvieron que regresar a la catedral.

De nuevo en el templo, con el Cristo de la Buena Muerte de la Hermandad del Silencio en el presbiterio, continuó el rezo del viacrucis, preparado este año por los sacerdotes del arciprestazgo.

El obispo leyó la última estación, dirigiendo después unas palabras a los más de mil fieles que participaron en la celebración. Don Gerardo habló de la esperanza, a la que se referían las reflexiones del viacrucis y que se encarna en tantos rostros de las «familias, de vecinos y de amigos que, a pesar de la enfermedad o de otras circunstancias, no pierden la esperanza y son testigos de la esperanza. ¡Cuántas veces hemos ido a consolar a un enfermo terminal y ha sido él o ella la que nos ha consolado a nosotros!»

«Por encima de la fragilidad humana, que la tenemos todos, está la fe, la confianza y la esperanza en un Dios que nunca nos abandona […] ¡Él es la esperanza que no defrauda! Él es la fuente de nuestra esperanza», dijo. En esta línea explicó que la Pasión de Cristo le daba razones para desesperar, pero venció el «amor que tenía al Padre y a todos nosotros». En los momentos más difíciles, Cristo «sabe elevar una oración al Padre pidiéndole que lo libre del sufrimiento pero, a la vez, dando más importancia a que se hiciera la voluntad de su Padre. En este sentido, Cristo es a la vez la fuente de nuestra esperanza y el modelo para vivirla.

«Creyendo de verdad que Dios es nuestra esperanza, vamos a tenerle de modelo para responder, para no dejarnos desanimar por encima de nada, para que seamos capaces de vencer todas las heridas de desesperanza, de falta de fe», pidió el obispo, insistiendo que vivir como Cristo, pidiendo al Padre, pero deseando vivamente que se haga su voluntad.

Antes de dar la bendición, pidió que todos los cristianos «creamos y esperemos en el Señor, pero que al mismo tiempo pensemos también que los demás necesitan también de nuestra esperanza, que tenemos que ser testigos en un mundo que espera en otras cosas, que a veces olvida a Dios o no lo tiene suficientemente en cuenta. Nosotros tenemos que ser ese modelo, ese ejemplo, ese testimonio que ayude también a los demás a creer y a esperar contra toda esperanza», concluyó.