El pasado 1 de febrero se celebró el VII Encuentro Cristianos discípulos del siglo XXI. Organizado por la Delegación de Apostolado Seglar de la diócesis, el encuentro tuvo lugar en la Residencia Santo Tomás de Villanueva de la capital y contó con la ayuda de Jorge A. Sierra Canduela, hermano de las Escuelas Cristianas y delegado de Pastoral de La Salle para España y Portugal.
Después de la oración, que dirigió el vicario de Pastoral, Óscar Casas; el delegado de Apostolado Seglar, Juan Manuel García de la Camacha, presentó a Jorge Sierra que, además de hermano de La Salle, es licenciado en Ciencias Químicas, en Ciencias Religiosas y Catequéticas y diplomado en Teología Espiritual y en Magisterio.
El ponente comenzó la intervención intentando definir la «vocación» con la ayuda de los participantes. Después, habló sobre la sociedad y la cultura actual, «poco dada a que la gente se plantee la vocación» y se preguntó qué es «lo antivocacional».
Con varios ejemplos, Sierra definió el mundo actual como volátil, lleno de incertidumbres, complejo y ambiguo. Respecto a la volatilidad, explicó cómo todo cambia a mucha velocidad y las noticias pasan rápidamente. Esto se relaciona con la incertidumbre y una sociedad que no sabe qué esperar del futuro. Además, el mundo interconectado se ha vuelto más complejo y acciones que ocurren lejos de nosotros nos afectan directamente sin aparente relación. Respecto a la ambigüedad, el religioso explicó cómo la cultura del relativismo permite que «en un mismo discurso se pueda afirmar una cosa y la contraria», huyendo de la búsqueda de certezas.
Añadió otras dificultades para afrontar el tema de la vocación, como la imagen de la Iglesia o la falta de compromisos «para toda la vida», así como la «confusión» en las identidades y la necesidad que tienen los jóvenes de etiquetarse y definirse.
Todo esto, sumado al pesimismo y la desesperanza que se viven en nuestras sociedades, hacen que el planteamiento de la vocación se complique, aunque es necesario para aportar sentido a la existencia.
¿Cómo hablar de vocación?
Dando un paso más en su explicación, Jorge Sierra habló de la «fidelidad creativa» en la Iglesia, cambiar las cosas sin cambiar la fidelidad puesto que la experiencia nos dice que el camino actual no es el adecuado. «Fidelidad creativa» desde la vocación es, para empezar, «quitar ciertas concepciones sobre la vocación», como aquellas que dicen que solo tienen vocación «los curas y monjas» y presentan estas vocaciones como «exclusivistas y pertenecientes a una casta superior». Estos errores hacen que se llegue a conclusiones como que «hay gente vocacionable y gente que no lo es», confundiendo un medio con un fin, cuando el «absoluto es seguir a Jesús» desde el bautismo, «esa es la vocación». Concebir la vocación como algo propio «del mérito y de la élite» solo puede llevar al fracaso, explicó.
Ante esto, hizo una invitación a todos los participantes en el encuentro para «confiar en la iniciativa de Dios, que «es el que realmente es fiel y sigue llamando». Además, pidió «confiar en el corazón generoso de las personas». Mirando a la historia, la Iglesia se ha ido adaptando a los tiempos cambiando su modo de proceder sin cambiar su fidelidad: «Santa Teresa abre un nuevo camino que, al final, es el mismo camino de siempre».
Si el religioso comenzó su intervención preguntando a los participantes sobre qué ideas tenían sobre la vocación, concluyó definiendo la vocación como el resultado del encuentro de dos libertades: de uno que llama y de otro que es llamado: Dios y la persona, sí de Dios y sí de la persona. Es un encuentro de diálogo que continúa a través de la vida de la persona y de la Iglesia». Insistió, además, en que el «sí de Dios es un don». Él lleva la iniciativa y elige. Es Dios quien, por la acción del Espíritu, hace posible que la persona pueda responder. Como encuentro de dos libertades, la persona es libre de responder, «si escucha la llamada», a algo que implica y complica toda su vida.
Para concluir el encuentro, Jorge Sierra mantuvo un diálogo con todos los participantes.