«Gracias, Señor, por el gran regalo del sacerdocio»

Este 10 de mayo se ha celebrado la fiesta de san Juan de Ávila, natural de Almodóvar del Campo, doctor de la Iglesia y patrono del clero secular español. Como patrono del clero, el día de su festividad se homenajea en España a los sacerdotes que celebran aniversarios de la ordenación.

[Aquí puedes ver un vídeo de la celebración con la acción de gracias de los sacerdotes]

En nuestra diócesis, el obispo, don Gerardo Melgar, ha presidido la misa en la capilla mayor del Seminario Diocesano. Allí se han congregado más de noventa sacerdotes para la eucaristía, durante la que se ha homenajeado a los sacerdotes que celebran veinticinco, cincuenta y sesenta años desde la ordenación sacerdotal.

Don Gerardo ha comenzado la homilía felicitando a los sacerdotes que celebran el aniversario, agradeciendo la fidelidad al ministerio y pidiendo para que «el Señor los siga ayudando, para que sigan siendo un vivo testimonio de fidelidad, de entrega y de generosidad para todos y cada uno de los demás sacerdotes».

El obispo ha subrayado que san Juan de Ávila, aunque viviera en el s. XVI, tiene mucho que decir a los sacerdotes actuales. En primer lugar, el santo «fue el gran testigo del amor de Dios», que experimentó en persona el sufrimiento que acarrea el seguimiento de Cristo. Él mismo entró en prisión por sus predicaciones. Aún así, «toda su vida va a ser un auténtico cántico al amor de Dios por los hombres».

«Fue el gran testigo del amor de Dios», que experimentó en persona el sufrimiento que acarrea el seguimiento de Cristo

Después de experimentar tanto amor, el santo almodoveño «se siente impulsado y obligado a comunicárselo a los hermanos y a ser testigo ante ellos del amor que Dios les tiene». Este amor es el mismo «amor que sentimos cuando consideramos la realidad de nuestro sacerdocio».

Considerando el sacerdocio como un don, el obispo ha pedido a los sacerdotes agradecer la vocación diciendo: «Gracias, Señor, por el gran regalo del sacerdocio, por habernos llamado, por habernos mantenido a pesar de nuestras debilidades, de nuestras necesidades y de nuestros tropiezos».

Un segundo aspecto que ha resaltado el obispo del santo es el «celo apostólico» que lo llevó a «adoptar una vida eminentemente evangélica y apostólica, siguiendo las huellas de Cristo y de los apóstoles». En este sentido, san Juan de Ávila no vivió para sí mismo, «sino para Cristo y su misión […]. No buscó su propio interés, sino los intereses del Señor».

Las claves para vivir el sacerdocio según san Juan de Ávila

Sobre este celo apostólico, don Gerardo ha recordado a los sacerdotes que el maestro Ávila da algunas claves para vivir el ministerio sacerdotal: «La primera clave es el enamoramiento de Cristo, que evangelizar no es otra cosa que contagiar el amor de Dios […] Esta es la clave más importante de nuestro ministerio. Si el sacerdote está realmente enamorado de Cristo y tiene su vida arraigada en él, el Señor estará ocupando el centro de su vida y todo lo demás importará poco porque su vida la llena del Señor».

Una segunda clave para vivir el ministerio es «estar enamorados de la gente. El Señor nos ha dado una serie de personas a las cuales tenemos que querer». El santo lo demostró con su propia vida, pues «ama profundamente a los demás en todo cuanto hace […]. Su vida y su tiempo son solamente para su ministerio».

«Evangelizar no es otra cosa que contagiar el amor de Dios»

La tercera clave es vivir aquello que se predica: «Si somos coherentes y nuestra vida guarda coherencia con lo que predicamos, entonces seremos sacerdotes convincentes que animan a vivir a los demás lo que ellos ven que vivimos nosotros».

La última clave es la «fraternidad entre los sacerdotes». Don Gerardo ha explicado cómo, para san Juan de Ávila, la misión evangelizadora solo se puede «llevar a cabo en comunión con los demás sacerdotes y con los laicos». Por eso, la tarea pastoral «la hemos de hacer en fraternidad, unidos los unos a los otros, con unidad de criterios, sin envidias, sin críticas destructivas hacia los compañeros, sino como hermanos que trabajan para un mismo Señor y en una misma misión»

Por último, don Gerardo ha vuelto a felicitar a los sacerdotes que celebran su aniversario, pidiendo para que «el Señor siga acompañándoos, para seguir dando fruto y poniendo lo mejor de vosotros mismos, seguir siendo fieles al Señor y siendo también un auténtico testimonio para todos los demás. Que María, la Virgen y Madre de los sacerdotes nos ayude también a todos a imitar a su hijo», concluyó.

Veinticinco, cincuenta y sesenta años de sacerdocio

En la acción de gracias, al final de la misa, don Gerardo ha entregado una estola como regalo a cada uno de los sacerdotes que celebran el aniversario de la ordenación.
 
Pedro Jaramillo, que cumple sesenta años desde la ordenación sacerdotal, se ha dirigido a todos los compañeros agradeciendo el don del sacerdocio y la celebración en un día tan especial como la fiesta de san Juan de Ávila: «Es una ocasión muy hermosa de sentir cercana la familia sacerdotal, sentirla como propia […], que sea un estímulo y un ánimo para los seminaristas el ver que el presbiterio es una familia que está siempre unida y que demuestra esa unión en momentos tan especiales como este. Muchas gracias a todos por ser hermanos en el sacerdocio. Muchas gracias a todos los seminaristas por ser aspirantes a esta familia sacerdotal. Muchas gracias a nuestro Obispo por ser el padre y pastor de nuestra diócesis».

Muchas gracias a todos por ser hermanos en el sacerdocio. Muchas gracias a todos los seminaristas por ser aspirantes a esta familia sacerdotal. Muchas gracias a nuestro Obispo por ser el padre y pastor de nuestra diócesis».

Después, Agustín Garrido Plaza ha hablado en nombre de los sacerdotes que celebran las «bodas de oro»: Además de él, Alfonso Cabezuelo, Cayetano Villar y Julián Sánchez, salesiano. Garrido ha agradecido el don del sacerdocio: «Me vienen a la mente las palabras de Jesús al final de la jornada, pues al final de la jornada “siervos inútiles somos”, hemos hecho lo que teníamos que hacer. Como decía don Gerardo en la homilía, ha sido gracias al Señor lo poco que hayamos hecho».
 
Ha dado las gracias a todos los sacerdotes, a las personas que han intervenido en la vocación y «a los obispos que han confiado en nosotros y nos han ordenado y han seguido siendo padres para nosotros».

Por último, Jesús García Sosa ha hablado en nombre de quienes celebran los veinticinco años desde la ordenación: él y Amós Rodríguez de Tembleque, sacerdote ordenado en Toledo que ejerce el ministerio en Malagón.

García Sosa ha dado «gracias a Dios por todo, y muy especialmente por los sacerdotes que hoy celebramos nuestros respectivos aniversarios de ordenación […]. Gracias a nuestras familias, que desde que entramos en el seminario y como sacerdotes han velado y siguen velando de una y otra manera por nuestra vocación, a las comunidades parroquiales a las que hemos servido y estamos sirviendo». Por último, el sacerdote ha pedido perdón «por tantas cosas que hemos hecho mal o hemos dejado de hacer en todos estos años. Y pediros que sigáis rezando por nosotros y por estos sacerdotes para que la gracia recibida siga dando frutos de caridad pastoral en todos y para todos».

Una llamada a la llamada vocacional

Antes de dar la bendición, el obispo, don Gerardo Melgar, se ha vuelto a dirigir al presbiterio para pedir la oración por las vocaciones sacerdotales, así como animar al presbiterio a plantear el camino del sacerdocio a los jóvenes de las parroquias y a pedir para que las familias «sean generosas a la hora de animar a sus hijos».