Entre otras muchas definiciones podríamos definir el arte como la expresión de un pueblo. Cuando esta expresión o idea está definida no existe ninguna dificultad para poder realizar la obra de arte. A lo largo de toda la historia los artistas han intentado plasmar de manera simbólica realidades, personas o cosas que difícilmente podrían ser expresadas de otra manera. Por ejemplo, si yo quiero representar una iglesia, solo tengo que recordar cualquier iglesia que mi retina haya visto y plasmarla sobre cualquier soporte. Pero, ¿y si yo quiero reproducir una idea que no se puede ver, ni palpar?
En la actualidad, si alguien nos dice: Virgen Inmaculada, todos pensamos en las vírgenes de Murillo, figuras femeninas, de belleza idealizada, rodeadas de nubes y de toda una simbología mariana alusiva a las letanías del Rosario. Pero esto no fue tarea fácil para los artistas. Este tipo iconográfico de inmaculada no se fijó hasta los siglos XVI-XVII. La pregunta inmediata que nos surge a continuación es: entonces, ¿Qué imágenes utilizaban los artistas de la época medieval cuando querían representar la Inmaculada Concepción de María? Los temas iconográficos que desarrollaron son los siguientes:
El árbol de Jesé
El árbol se considera un símbolo de la regeneración primaveral de la naturaleza. El árbol de Jesé es el árbol genealógico del Mesías a partir del padre de Jesé, llamado David y que interpreta artísticamente la profecía de Isaías: «Y saldrá un vástago nuevo del tronco de Jesé».
La parentela de María
Es un tema iconográfico en el que aparecen varias figuras como son santa Ana, la Virgen, Jesús, san José o san Joaquín. Es algo complejo pues se entremezclan con él algunas herejías pasadas sobre la concepción de la Virgen y sobre la vida de santa Ana.
Santa Ana triple
Es un grupo iconográfico compuesto por santa Ana, la Virgen y el niño Jesús, normalmente uno superpuesto en el otro y dispuestos de mayor a menor edad, santa Ana acoge en sus brazos a María y esta, a su hijo.
El abrazo místico
Según los evangelios apócrifos santa Ana y san Joaquín, no podían tener descendencia por su avanzada edad hasta que un ángel se les apareció y les indicó que acudieran a una de las puertas de la ciudad, denominada Puerta Dorada. Al encontrase los esposos se fundieron en un abrazo y de él nació María concebida sin mancha.
La alegoría de los tallos
Este episodio debido a lo gráfico y catequético que podía resultar para el pueblo se difundió enseguida. Nos presenta a los padres de María con dignidad y compostura venerando a su hija que sale de unos tallos que brotan de sus pechos.
Por Juan Crespo Cárdenas