Desde hace 38 años, cada julio el santuario del Cristo de Villajos en Campo de Criptana se llena de niños. Allí han celebrado los campamentos parroquiales durante todo el mes más de 300 niños acompañados de 77 monitores.
Los primeros en llegar fueron los más pequeños, los niños de quinto de Primaria, que celebraron sus campamentos entre el 3 y el 5 de julio. Con la temática del Antiguo Testamento y actividades como teatro los niños hicieron un recorrido en el que conocieron los personajes principales de la Biblia. Uno de los momentos importantes de este campamento es la exposición del Santísimo, que tuvo lugar en la ermita del Cristo con los ochenta y siete niños y los 17 monitores.
Desde el 8 hasta el 2 de julio le tocó el turno al campamento de sexto, que reunió a ochenta y seis niños y veintidós monitores. Durante esta semana se tratan diferentes temas para que los niños puedan conocer el mundo que les rodea, siempre con Cristo como centro. El grupo aprende sobre los «bienes del mundo», materiales e inmateriales y sobre cómo hacer uso de ellos. Además, se trabaja la amistad para aprender a trabajar en equipo. Uno de los temas de importancia es la vocación cristiana (común a todos los campamentos), intentando transmitir una cultura vocacional para que cada joven se pregunte sobre su lugar en el mundo y la misión que Dios le otorga. Todo esto se une a la oración de cada día con la vigilia de la amistad y el acompañamiento al Santísimo durante un día completo.
Cada uno de los campamentos concluye con la eucaristía, a la que se unen las familias de los niños. Además, el 28 de julio se celebró la misa en el templo parroquial, reuniendo a todos los participantes de todas las tandas de campamentos, junto a los monitores, familias y todos los voluntarios que ayudan en la actividad.
El campamento de séptimo (1.º de la ESO), tuvo lugar entre el 15 y el 19 de julio. En este participaron ochenta y tres niños de trece años y dieciséis catequistas, los más jóvenes de todos los campamentos, de entre veinte y veinticinco años.
Se trata de un campamento que tiene en cuenta los cambios que experimentan los niños a esta edad, por lo que la mayor parte de las actividades están relacionadas con la madurez y su crecimiento cristiano. En este caso, además de la exposición del Santísimo, se hacen turnos de oración ante el sagrario durante todo el campamento. Los talleres versan sobre el amor: a uno mismo, a la familia, al prójimo, a Dios; y sobre la vocación.
Los últimos os campamentos en celebrarse son los de octavo (2.º de la ESO), entre el 22 y el 26 de julio, con cincuenta y seis jóvenes y veintidós monitores. En esta última tanda se sigue trabajando sobre la madurez, teniendo muy en cuenta la vocación. Por eso, los monitores ayudan a los adolescentes a reflexionar sobre los cambios que se dan en esta etapa, enseñando además al grupo la importancia que tiene cada uno de ellos en la Iglesia. Para esto se ayudan de los testimonios de diferentes vocaciones eclesiales.
Además, se les ayuda a ver los posibles problemas que se van a ir encontrando, ofreciendo herramientas útiles para superarlos, siempre ayudando a que comprendan que es necesario trabajar por los demás para buscar la felicidad.
Además del tema vocacional, en esta tanda de campamentos se hace una reflexión sobre el Credo, explicando especialmente la Trinidad.
Cada uno de los campamentos concluye con la eucaristía, a la que se unen las familias de los niños. Además, el 28 de julio se celebró la misa en el templo parroquial, reuniendo a todos los participantes de todas las tandas de campamentos, junto a los monitores, familias y todos los voluntarios que ayudan en la actividad.