Luces en Cristo, luz de luz

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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del candelero, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa- Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo. (Mateo 5, 13-16) 


El simbolismo de la luz alimenta las tradiciones más remotas de las culturas más antiguas, con un importante, rico y variado sentido espiritual: la luz, con la que vemos y que no vemos, es vida, liberación, prosperidad, salvación, felicidad, éxito, transformación de la realidad, policromatización del mundo. fotosíntesis vital, aclaradora de distancias y cercanías… 

Asimismo, este símbolo de la luz, tanto con este término como con sus sinónimos de gloria, fuego, blanco, lámpara, revelación… atraviesa intensa y extensamente toda la revelación bíblica. La creación de la luz fue el primer acto del Creador. Al final de la historia de la salvación la nueva creación tendrá a Dios mismo por luz. De la sombra de la noche se pasará así a la luz sin ocaso que es Dios mismo. La historia misma que se desarrolla entre tanto toma la forma de un conflicto en que se enfrentan la luz y las tinieblas, enfrentamiento idéntico al de la vida y la muerte, el bien y el mal., el hombre espiritual y el hombre carnal, el amante y el egoísta, el hombre nuevo y el hombre viejo, Cristo y Adán… 

A la luz de todo lo anterior, podemos ya vislumbrar mejor el alcance de la definición que Cristo hace y da de sus discípulos, de los alumbrados por Él y de Él: Vosotros sois la luz del mundo. Vosotros, tinieblas en otro tiempo y ahora luz en el Señor, os desnudaréis de las obras de las tinieblas y os vestiréis las armas de la luz, caminaréis en la luz para estar en comunión con Dios que es Luz y con los hijos de la Luz. Vosotros, nacidos de la Luz e hijos del Día, devendréis iluminadores de los hermanos, al hacer de vuestras palabras y obras un candelabro público, una lámpara viviente para los de dentro y los de fuera de la casa. 

Todos juntos haréis, mano con mano y luz con luz , una ciudad prominente y elevada, convocadora y atrayente, presidida por el Sol de Justicia y conformada por hogares encendidos en el fuego del Amor filial y fraterno , apasionada amante de la clara verdad y divorciada de los fatuos fuegos artificiales. Enemiga toda ella de cualquier pretensión de autolucimiento mas vestida del sol y con la luna a los pies , ocupada en lucir y mostrar a su brillante Esposo, testimoniado y evidenciado con la blancura de sus hablas y obras de Esposa inmaculada. 

¡Qué glorioso y glorificado quedará así el Padre que está en el cielo iluminando con sus estrellas la oscuridad de todas nuestras noches y encaminando nuestros días hacia el Día de la Luz Eterna! Aquel Día de Dios el pan partido con el hambriento, el techo con los pobres por huéspedes, la carnes abiertas a extraños y propios… harán que rompan nuestras luces en aurora y nos broten carnes sanas.; brillará entonces nuestra luz en las tinieblas y nuestra oscuridad se volverá mediodía! ¡Y la Luz Eterna brillará para todos con el Cordero holocaustado por lámpara y Dios por única, total y universal Luz¡ 

Por Juan Sánchez Trujillo Listado completo de Comentarios