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Godofredo de Amiens

El nombre significa etimológicamente “paz de Dios” y viene de la lengua alemana. 

Vino al mundo en el año 1066 en Soissons y murió aquí mismo en 1115. De joven vio que su vocación se inclinaba por ser monje. A los 30 años vivía muy feliz como un sencillo religioso en la abadía de Mont-Martin. 

En pocos años supo darle prosperidad a la abadía y a todos los alrededores. Cuando el arzobispo se enteró de quién era este monje, le ofreció que se hiciera cargo de la abadía de san Remigio, la más importante de su diócesis. Godofredo le contestó diciéndole que no quería. De hacerlo, él lo había interpretado como una especie de infidelidad. No obstante, se pensó el tema de la obediencia y, al final, aceptó no ser abad sino obispo de Amiens. 

Proveniente de una vida monacal, forjada en la austeridad, empezó por reformar al clero que estaba sumido en la simonía (hacer negocio con las cosas del espíritu) y no administraba los sacramentos. Tuvo que afrontar una situación difícil de degradación moral y religiosa. 

Y no solamente quiso reformar al clero, sino que también se puso duro con los señores que acampaban por sus fueros. Estos últimos se unieron para hacerle la vida imposible y se encontró pronto sin amigos. 

Por eso, una noche salió huyendo a la Cartuja para esconderse y vivir en paz. Lo encontraron y le obligaron a volver a la diócesis. Pero estaba ya extenuado de fuerzas y murió poco después en la abadía de San Crispín de Soissons. 

La coherencia de la vida de los santos nos recuerda que el amor a la verdad nos lleva por caminos imprevisibles. Listado completo de Santos
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