Adviento: cuatro semanas para abrir el corazón

Comenzamos este 30 de noviembre, primer domingo de Adviento y comienzo del año litúrgico, un tiempo que la Iglesia nos regala para renovar la esperanza y abrir el corazón a la venida del Señor. A lo largo de estas cuatro semanas, la Palabra de Dios —especialmente de la mano del profeta Isaías— nos invita a convertirnos, a fortalecernos y a mantenernos vigilantes ante la presencia de Dios, que viene.

Primer domingo: «De las espadas forjarán arados»

La voz de Isaías resuena con más fuerza en un mundo que sigue anhelando paz y justicia. Él nos presenta un sueño inmenso: el día en que «de las espadas forjarán arados, de las lanzas podaderas». Un ideal que no nace del esfuerzo humano, sino de la acción del Dios que viene y transforma la historia.

Este anuncio nos invita a la conversión del corazón, a transformar nuestras «espadas» —egoísmos, rivalidades, indiferencias— en «arados» que den fruto de vida: amor. Vivir el Adviento es permitir que Dios obre en nosotros esta transformación profunda.

Segundo domingo: «Se posará el Espíritu del Señor»

Isaías llena de luz el segundo domingo con la imagen del retoño del tronco de Jesé, signo de vida nueva donde parecía no quedar nada. Sobre él se posará el Espíritu del Señor, que trae sabiduría, justicia y paz.
 Hoy seguimos habitando un mundo herido por la guerra, la violencia y la pobreza. Isaías recuerda que la verdadera restauración nace del conocimiento de Dios, es decir, de la relación viva y confiada con Él. El Adviento nos invita a renovar nuestra fe y nuestra misión: ser testigos del Evangelio para que el mundo vuelva a rebosar del conocimiento y la paz de Dios.

Tercer domingo: «Sed fuertes, no temáis»

El domingo Gaudete nos propone la alegría en medio del camino. Isaías anima al pueblo a no tener miedo y a fortalecer las manos débiles. No se trata de fortaleza humana, sino de la virtud que brota de la amistad con Dios. «En tiempos recios, amigos fuertes de Dios», recordaba santa Teresa de Jesús.

Esta fortaleza es la que nace en la oración, en la palabra y en la eucaristía. Una fortaleza que nos sostiene en un tiempo marcado por incertidumbres, cansancio y necesidad de esperanza.

Cuarto domingo: «El Señor os dará una señal»

EL cuarto domingo, a las puertas de la Navidad, el profeta Isaías anuncia una señal decisiva: el nacimiento de un niño llamado Enmanuel, «Dios con nosotros». Este signo invita a mantener un corazón vigilante y atento para reconocer la presencia de Dios en la vida cotidiana.

El Adviento nos cuestiona: ¿sabemos leer las señales de Dios? En medio del ruido, las prisas y las distracciones, estamos llamados a cultivar una mirada creyente que descubra al Señor que viene a nuestro encuentro.

Tal y como recuerda nuestro obispo, don Abilio, en la carta que dirige el domingo a toda la diócesis, el Adviento «quiere avivar en nosotros esa gran esperanza que orienta y da sentido pleno a nuestra vida: el encuentro con Jesús». Sólo desde ese encuentro nace la esperanza que «jamás defrauda» y que nos sostiene en el camino hacia la Navidad.